El resultado de las elecciones parlamentarias y de consulta realizadas el domingo pasado, nos trae un leve respiro en el sentido de ir eliminando de plano todas esas dinastías que tienen a este país día tras día sumido en la más profunda depresión, angustia, ansiedad, hambre, desempleo, clientelismo, nepotismo, muerte a la entrada de las EPS, alzas sobredimensionadas en valorización, predial, IVA, sobrecostos altísimos en los contratos de toda índole para poder sacar el dinero para sufragar sus campañas sobre todo reeleccionistas, salarios que no alcanzan para sobrevivir, como en Venezuela, mentirosos cuando tienen que rendir cuentas, cínicos para poder tapar su ineptitud, sin agregar nada bueno porque ocupamos el primer lugar en todo lo malo y perverso que usted amigo lector, se pueda imaginar. Cómo no vamos a indignarnos con los expresidentes colocando a sus hijos en donde no caben políticamente, senadores y representantes que salieron mal por corruptos, de esa célula legislativa metiendo a la brava a sus hijos, los magistrados de las Bajas Cortes, terminando pesimamente mal en una corte y saliendo olímpicamente para otra con un cinismo genial, una fiscalía dando resultados pero en porcentajes que de nada nos sirven, porque necesitamos esos corruptos tras las rejas y con penas de prisión que superen los 50 años para tener un leve suspiro y descanso de ellos. Todo esto y mucho más, es producto del vicio de estar reeligiendo y sosteniendo unas castas políticas de asiento indefinido y que si nos proponemos responsablemente a irlas eliminando, seguro triunfaremos. Cada cuatro años debemos tener conciencia ciudadana, responsabilidad, seriedad, autoestima y dignidad, para cambiar por completo el panorama de cacicazgo y reelección, que ha sido un verdadero desastre para el país.