Una verdadera encrucijada se nos presenta para otorgarles empleo de presidente de Colombia, al menos a cualquiera de los cinco candidatos más conocidos por la opinión pública nacional.
Lo primero que hay que decir es que, para este desarticulado, desastroso y endeudado país, la más determinante decisión a tomar es fumigar de plano a todos los corruptos del Congreso, de las Bajas cortes, del ejecutivo en cabeza de Santos, de los expresidentes 30 años atrás, de los que se robaron Reficar, Isagen, Ecopetrol, la salud con las E.P.S., los carteles de los medicamentos, de las fuerzas militares, de la federación de cafeteros, y de miles de entidades más que no caben enunciar en este escrito, para que totalmente saneado esta enorme plaga podemos empezar de nuevo con gente sana, ajena ya a esta nefasta casta politicorrupta, un capítulo de progreso, prosperidad y pleno bienestar para un sufrido pueblo que cada día es más pobre y con necesidades básicas insatisfechas, que rondan la miseria absoluta. Ninguno de los candidatos ha mencionado esta medida que es fundamental para no seguir desangrando la patria y quedar como Venezuela. Si renovamos por completo todos los actuales políticos, podríamos darnos el lujo de ser un país modelo en el mundo con un nivel de vida mucho más aceptable que el que tenemos actualmente. Otro factor primordial a desarrollar para combatir sin tregua, es la guerrilla de la Farc, que no ha muerto, el Eln, el clan del Golfo y demás frentes de narcoterroristas que en 50 años no hemos sido capaces de exterminar, misión que nos quedó demasiado grande y que ha frenado por completo el crecimiento económico y social de Colombia, en su mayoría por intereses politiqueros. Cosa rara que no han percibido los últimos cinco presidentes. Por eso tenemos que elegir no el continuismo de algunos aspirantes, mucho menos ir a hundir más este país con otro aspirante que no tiene ni idea de lo que habla. Quien sea elegido, que gobierne con total independencia, sin sujetarse a consejos de gobernantes anteriores que fueron un rotundo fracaso en la gestión que ejercieron. Creo que todos sabemos y percibimos que todo lo que huela a Santos es una catástrofe continuada y ello se refleja en las encuestas.
