Todos los seres humanos vivimos en busca de la felicidad, es algo que ansiamos con todo nuestro ser y todo lo que hacemos hace parte de esa búsqueda insaciable, pero gastamos tanto tiempo tratando de encontrarla que olvidamos mirar en el lugar más cercano a nosotros mismos, nuestro corazón.
La felicidad y la estabilidad emocional no están en ninguna parte ajena a nosotros, la felicidad se experimenta cada día cuando empezamos a vivir de manera más consiente y cuando somos capaces de controlar nuestras emociones. Trabajamos y nos empeñamos en hacer grandes cosas, en darle gusto y agradar a los demás y olvidamos que el mejor proyecto en el que trabajamos somos nosotros mismos. ¿Recientemente has sacado tiempo para pensar en lo que te hace feliz o en cuanto te amas? Pensamos en todo, menos en cómo estamos emocional y espiritualmente. Primero debemos amarnos, respetarnos y sentirnos plenos con nosotros mismos, aceptando nuestras falencias y recordando que somos seres en constante evolución, crecimiento y mejoramiento continuo.
Todos afrontamos situaciones que no son de nuestro agrado y los llamamos “problemas” ¿Pero en realidad son problemas?. Los problemas son situaciones que dependiendo de cómo las tomemos nuestro cerebro los convierte en “problemas”, pero estas situaciones también pueden ser oportunidades, así que el poder está en la mente. Los problemas son relativos, así como su peso o importancia, somos nosotros los que le damos ese valor y la mayoría de veces surgen porque no sabemos controlar nuestras emociones y ellas son las que tienen el control de nuestras vidas, cuando deberia ser al revés.
¿Alguna vez has tenido un problema en el que gastas gran parte de tu energía, pero después aparece otro que consideras más grave y el primero pasa a un segundo plano? ¡Son relativos! No necesitamos tener varios “problemas” en nuestras vidas para darles menos importancia, si una situación externa está en la capacidad de desplazarlo y hacerlo menos importante, nosotros también podemos hacerlo de manera consiente.
Hay muchas cosas, situaciones o personas que no podemos cambiar en nuestras vidas, aceptémoslas con amor, están ahí por alguna razón o motivo, tal vez necesitamos reforzar la bondad, la paciencia o el perdón. Los pensamientos y sentimientos negativos, así como el estrés además de afectar nuestro estado de ánimo y nivel energético, tienen efectos físicos que afectan nuestra salud. Al experimentar estos sentimientos el cuerpo segrega una sustancia llamada cortisol la cual incentiva la producción de glucosa en la sangre y altera nuestro sistema digestivo e inmunológico.
Nadie ni nada tienen la capacidad de lastimarnos emocionalmente, pues somos nosotros los responsables de lo que sentimos, así que en vez de gastar energía dándole vueltas a asuntos que realmente no valen la pena o que simplemente no podemos cambiar, canalicemos esa energía en vivir el aquí y el ahora, haciendo cosas que nos traigan tranquilidad y paz. Veamos las cosas buenas de cada persona o situación en vez de exaltar lo negativo, ayudemos a los demás desinteresadamente, regalemos sonrisas, abrazos, palabras de aliento y nunca olvidemos la gratitud. Pensemos positivamente, cuidemos nuestros pensamientos y nuestras palabras y experimentemos las cosas maravillosas que el universo tiene para entregarnos.
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