MUSICA Y PANDEMIA

5 octubre 2021 12:03 am

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Por Francisco A. Cifuentes S.

Estando muy niño, en Rionegro (Antioquia), mi mamá Teresa, que era cantante, nos tarareaba piezas del maestro José A. Calvo, y por eso recuerdo vivamente los Intermerzzos Número Uno y Número Dos y la figura del músico enfermo de lepra y su famosa despedida cuando tuvo que ser recluido en el leprocomio de Agua de Dios. Sí, la lepra (mycobacterium leprae) es una enfermedad contagiosa, que afecta principalmente la piel, los ojos, la nariz y los nervios periféricos, y ha causado temor entre familiares y vecinos del paciente; mejor dicho un miedo terrible, hasta el punto, de que el enfermo debía ser aislado totalmente de por vida. Pero, las vueltas que da la vida, hoy día el leprocomio es considerado ciudad turística y cultural, justamente a cien años de ser un asilo para los enfermos del bacilo de Hanssen.

José Antonio Calvo fue alumno de músico Guillermo Uribe Holguín; tocó violín, violonchelo, platillos, pistón, bombo y bombardino; pero se dedicó principalmente al piano, estando talmente recluido en el lazareto. De los cuatro intermerzzos, el que más recuerdo es el Número Dos o también llamado “Lejano Azul”.

De José Mojica, cuyo extenso nombre de pila es Abel Exaltación de la Cruz José Francisco de Jesús Mojica Montenegro y Chavarín, se ha dicho mucho y con bastante misterio. Era un tenor, cantante de ópera, actor de cine y conocido en el ámbito católico franciscano como Fray José de Guadalupe Mojica. Compuso la famosa canción Nocturnal, que personalmente me fascina en la bella voz del inolvidable Alfredo Sadel. Se dice que el bolero Solamente una vez, lo compuso Agustin Lara, no para una dama, sino para Mojica, cuando supo que se convertiría en fraile franciscano. Lo traigo a colación por su interpretación de El Tísico, que también lo presentaron Julio Jaramillo y Los Embajadores, entre otros. Aluden a la tisis, una enfermedad infecciosa que afecta los pulmones y causa la tuberculosis. Por eso, como hoy día, causaba aversión y miedo la persona que tosía o estornudaba alrededor de otra.

La nigua es una especie de insecto sifnáptero de la familia hectopsyllidae, que afecta la piel de los pies. En la Colombia de la primera década del siglo XX, fue muy común en los pueblos y veredas, sobre todo con problemas de aguas y alcantarillados, y producía algo más que una candelilla, con constante y continua irritación que llevaba al paciente a rascarse en forma permanente. Nuestro folclor la sacó de ser un problema sanitario, para convertirla en toda una canción por el maestro Bernardo Gutiérrez H, con la música de los Hermanos Moncada precisamente los mismos de nuestro verdadero himno quindiano titulado Hágame un Tiple Maestro. La Nigua también tiene versión de Los Hermanos Calero y se encuentra en Amazón.com.

Sobre el VIH se ha escrito mucho, desde la teoría científica y médica hasta la literatura. Se sabe que él ocasiona el SIDA y que interfiere la capacidad del cuerpo para combatir infecciones. Se le teme por que su virus puede contagiarse al contacto con la sangre, el semen o los fluidos vaginales. Siempre se le ha endilgado esta peste o esta “enfermedad rosa”, a la población LGTBI, causando una verdadera y catastrófica animadversión y aumentando de la homofobia. Para el tema y las relaciones que en este artículo nos interesa establecer, se desea resaltar la canción salsa El Gran Varón del maestro Villie Colón (y Omar Alfano) que es todo un poeta de temas contemporáneos. Ese fue el que educaron desde el machismo latinoamericano y se volvió gay, hasta “morirse de una extraña enfermedad”.

Como este artículo no es un informe estadístico sobre los contagiados y los muertos por el o la COVID-19, no vamos a registrar aquí estadísticas; pero, además, parodiando el título de la novela de Ernest Hemingway Por Quién Doblan las Campanas, yo ya no me pregunto por el nombre o la vecindad del que se fue, pues me duele, a estas alturas, la humanidad entera, y no solo de muerte por este motivo de moda, sino por los de las guerras, el hambre y otras enfermedades. Pero estableciendo una relación muy folclórica, llamo la atención acerca de la canción La cama vacía, cantada por Oscar Agudelo o Alci Acosta, para que el melómano escoja, ahora que muchos han dejado el nido, por culpa del Coronavirus.

Pasando de la tragedia histórica de los virus y la música que se refiere a ellos en forma lírica, valga traer a cuento la pieza Contamíname de Ana Belén y Víctor Manuel, como toda una paradoja poética; pues ahora nadie quiere contaminarse y esta pareja clama por la contaminación así: “Contamíname pero no con el humo que asfixia el aire/Ven, pero sí con tus ojos y con tus bailes/Ven, pero no con la rabia y los malos sueños/Ven, pero sí con los labios que anuncian besos”.

A estas alturas de prohibiciones desearíamos decir o mejor, hasta cantar con el gran Boby Capó su magnífico éxito Piel Canela, y poder decir sin ningún miedo “Acércate más y más, pero mucho más …” y por fin dejar a un lado el miedo al coronavirus; pero aún falta.

En mi militancia salsómana, no me queda más que recordar al magnífico Ray Barreto, con su famoso tema Quítate la máscara, que nos puso a bailar a más de uno y una allá en Los Compadres y en Soneros. Para decir “…lo tuyo fue bandidaje…para sembrar terror…tú me pusiste la trampa…para que en ella callera…”.

Para terminar solo podemos pedir besos y más besos, besos de vida, besos de muerte o de despedida, besos de saludos, besos de pasión, y en consecuencia finiquitamos este artículo de la mano de la compositora y pianista Consuelito Velásquez y su maravilloso tema Bésame Mucho, y ahí sí, que el lector o el melómano escoja versión, porque existen millones, para desafiar pandemia.

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