DIA MUNDIAL DE LA SALUD MENTAL

10 octubre 2021 10:19 am

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Por Francisco A. Cifuentes S.

En 1995 la Federación Mundial de la Salud Mental declaró el 10 de agosto como el Día Mundial de la Salud Mental, para darle el suficiente reconocimiento individual y colectivo a este problema; para orientar acerca de su tratamiento y darle la dignidad que se merece a la persona que padece tal enfermedad. Igualmente, con el fin de aclarar mitos y prevenir los estigmas, al respecto; a los cuales se enfrenta el enfermo de salud mental. Esto ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Dentro del universo tan vasto, complejo y oscuro de este tema, bástanos en este artículo, solo referirnos someramente a los trastornos mentales, a los problemas neurológicos, a la depresión aguda y a las causas por el uso de sustancias pasicoactivas (SPA).

La depresión ha sido reconocida como la principal enfermedad mental de las últimas décadas, según la OMS. Y hay, por diversos motivos, 100 mil suicidios cada año en la región. A esto es necesario agregar el impacto físico y psicológico del COVID-19, del sentimiento inmediato de la fugacidad de la vida, de la manifestación inmediata de la muerte, del mero encierro, de la pandemia en general, de la violencia intrafamiliar y el feminicidio; cuestiones asociadas y agudizadas en los dos últimos años. Sin olvidar la crisis social y económica, el desempleo y su relación con los problemas psicológicos.

En Colombia, del tema se ocupa el Decreto Número 658 del 2013, que reglamentó la Ley 1616 de 2013; donde se le dio primacía a niños, niñas y adolescente; y frente a lo que hay que advertir acerca de la extensión de ese cuidado público y privado para los jóvenes, los adultos y los ancianos. Pues hoy día los jóvenes son “la primera línea del consumo de SPA” y los que padecen sus consecuencias catastróficas por mal manejo del asunto, aunque, ya sabemos, es de su libre albedrío y de libre autodeterminación de la personalidad, según la jurisprudencia de la Corte Constitucional, desde la época del maestro, abogado y filósofo Carlos Gaviria Díaz.

En el año 2012, se promulgó la Ley 1566 para la protección y garantía de los derechos de los consumidores de SPA; y para que les garantice el acceso al sistema de seguridad social en salud; y emite el mandato, para que las entidades responsables del Estado, les de la atención integral y se les reconozca como sujetos de una vida digna, a pesar de su grave adicción.

Más allá de los estudios científicos acerca de la llamada “caja negra” y “la loca de la casa”, en materia de medicina, psiquiatría y psicología; desde los campos de las ciencias humanas y sociales; es preciso decir someramente, que los locos, los drogadictos, los habitantes de calle, las personas de la comunidad LGTBIQ, las trabajadoras y los trabajadores sexuales, los recicladores y los indigentes, deben ser considerados dentro de las categorías de humanidad y ciudadanía; por lo cual, en principio, tienen dignidad, respeto y derechos. Pero también deberes y obligaciones individuales, familiares y sociales.

Y es de advertir, que, en todo este variopinto panorama social, no se defiende la delincuencia que en alguna medida está asociada a estos factores; la que también requiere prevención y tratamiento integral. Incluso es necesario reconocer que en este oscuro paisaje urbano y rural, existen miembros provenientes de la inmigración venezolana, excombatientes guerrilleros, exparamilitares y exmiembros dislocados de las fuerzas del Estado. Pues el narcotráfico, el microtráfico, la guerra contra las drogas, la guerra política y la compleja vecindad, también han colocado su grano de arena en la locura nacional.

En lo que a Armenia (Q) se refiere, es preciso reconocer el Acuerdo Número 106 del 28 de noviembre de 2017, donde se define la Política Pública para la Habitabilidad en Calle 2017 – 2027, denominada “Armenia Ciudad de Derechos”; y que está fundamentada en la Ley 1641 de 2013. Está muy bien estructurada jurídica y normativamente, muy bien concebida conceptualmente y están muy delimitados sus objetivos, su campo de acción, la atención por niveles y una generalidad apenas referente a su financiación.

Igualmente es de resaltar el avance del censo de habitabilidad en calle realizado entre la Secretaría de Desarrollo Social del municipio y el DANE, y el cual arrojó las cifras aproximadas de 800 a 850 habitantes de calle en Armenia, al 8 de junio de 2021. Al respecto se espera la construcción de un verdadero Centro de Atención Integral de Habitante de Calle, para poder acceder a los proyectos y los recursos de orden nacional.

Pero veamos, si recorremos la ciudad de norte a sur y de oriente a occidente, está plagada de habitantes de calle y de consumidores de SPA en calles, carreras y parques: todas las carreras 18, 19, 20 y 21; los parques Uribe, Bolívar, Valencia, Sucre y ya los Fundadores. Los llamados Puentes de la Cejita y el puente del Centro Comercial Bolívar. Todo Patio Bonito, detrás del Cuerpo de Bomberos, en la famosa Aldea, por el Barrio Obrero, el Barrio Santander, el Berlín, la Estación del Ferrocarril, la llamada Cueva del Humo, la María, Guayaquíl y casi todas las cañadas y senderos ecológicos de la ciudad.

El problema es gravísimo y va más allá de los 800 u 850 personas que respetuosamente señala el CENSO, pero que no corresponden a la cruda realidad. Los centros de salud (los que operan) y el Hospital San Juan de Dios, solo atienden casos de emergencia, de personas en crisis por drogodependencia, en franco delirio o por sobredosis de basuco o heroína, que es muy común en Armenia, a diferencia de otros sitios del país, incluida la capital. El Hospital Mental de Filandia atiende aproximadamente cien personas, incluidos diversos trastornos mentales, pero es una población casi flotante. La clínica el Prado tiene una cobertura similar; pero propiamente los adictos van y vienen, se desintoxican, salen y recaen, y una minoría entre 20 y 30 personas se acogen a un tratamiento de deshabituación, que da algunos resultados positivos. Es de anotar que estas instituciones están muy bien dotadas de personal profesional especializado y en sus instalaciones, y su atención es bastante humana e inclusiva; pero la problemática es más compleja y vasta. El resto lo atienden ONGs religiosas católicas, protestantes y laicas, con dotación, tratamiento y resultados muy dudosos; exceptuando el mínimo trabajo que aún queda en FFARO. En esto es de admirar el trabajo directo e indirecto que realiza la Diócesis de Quindío y la Pastoral Social.

Pueden existir realmente inconvenientes de concepción y acción operativa, de administración pública y de presupuesto oficial para atender esta grave situación que aqueja a individuos, familias, vecindades o ciudad en general. Todo lo anterior, de contera, afecta la salud individual y colectiva, la higiene citadina, el espacio público, el paisaje urbano y la seguridad ciudadana. En este Día Mundial de la Salud Mental, no llamamos a la represión, sino a la atención humana, ciudadana, inclusiva e integral para las personas y las comunidades afectadas por este flagelo, respetando las individualidades.

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