De pie como un árbol.

3 octubre 2017 1:34 am

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Pocas personas he visto en la vida que le den las gracias a un árbol después de haber dormido una siesta bajo su sombra. Las personas que realmente reconocen el placer, agradecen el privilegio de poder disfrutar, de poder sentir, presentir y entender. Agradecer enaltece y dignifica a quien lo hace y a quien lo recibe.

Los árboles son seres maravillosos. Para la Arquitectura son vitales tanto en su utilización directa como por la cantidad de analogías y metáforas que han inspirado. Se habla del Árbol de la vida, del árbol de levas, el árbol genealógico, etc. Pero en esta ocasión se trata de los únicos; los de raíz, tallo, ramas, hojas y frutos, que luego se vuelven semillas.

En Armenia los árboles han sido los protagonistas de maravillosas imágenes urbanas, ejemplo: La Ceiba del Parque Sucre, el Guayacán rosado de Unicentro, los amarrillos del retén de Marmato, el Pino de la glorita de tres esquinas, el árbol de sauco en la casa materna de quien escribe, etc., etc., etc.

También han sido aplastados por el progreso y la necesidad de abrir espacio para más carros y motos. Se cortaron todos los árboles de las dos vías mas importantes de la ciudad, las carreras 18 y 19 con toda la impunidad posible. Fue necesario el retiro de las palmeras botella porque eran inadecuadas y peligrosas para los sitios donde fueron ubicadas; una decisión equivocada sobre donde debe o no se debe sembrar un árbol ha producido el sacrificio de muchas de estas palmeras. Sacrificadas si. Porque hablamos de seres vivos.

No todo en la arquitectura es cemento, vidrio o acero también es necesaria la presencia de los árboles en cuyas estructuras imponentes se crean microcosmos de sombra, frescor y hasta de misterio. Además su exquisita participación en el equilibrio medioambiental absorbiendo dióxidos, reteniendo el polvo, fabricando agua y siendo casa para aves, insectos y demás animales los convierten en indispensables para la vida.

Debe ser una labor titánica arborizar una ciudad, pero no por eso mala idea.

Deberíamos asumir el reto de conseguirlo.

 

Jose Soto

 

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