Tres grandes protagonistas

27 agosto 2023 4:44 am

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Fernando Elías Acosta González *

Un domingo como hoy, siendo las dos de la tarde, comenzó a escribirse la historia de la Institución Educativa Luis Granada Mejía, ubicada en el poblado de barragán, jurisdicción del municipio de Pijao. De eso hace exactamente 45 años. Un conferencista y escritor afirmaba que todo lo que existe es porque alguien algún día lo soñó y para el caso concreto que nos ocupa, le asiste la plena razón.

“Desde el más allá” (si es que seguramente existe esa dimensión) y hablando en términos hipotéticos, debe estar muy feliz aquel comerciante de café, que – por las circunstancias adversas de la época- apenas alcanzó a estudiar hasta segundo de primaria. Me refiero nada más ni nada menos, que – al también líder social y comunitario – Antonio José Hurtado Osorio, quien no se privó de soñar en grande, pensando en un mejor futuro para las nuevas generaciones de aquella zona.

Había manifestado con absoluta convicción que “si le quedaban unos pesos”, no daría mercados, sino que contribuiría a fundar una escuela de segunda enseñanza, como él la llamaba, para que los jóvenes de siete veredas pudieran cursar el bachillerato y tuvieran posteriormente la posibilidad de ir a la universidad.

Su liderazgo, credibilidad y capacidad de convocatoria quedaron refrendados por la entusiasta y nutrida presencia comunitaria: más de un centenar de personas acudieron a la expectante cita que abría un horizonte de esperanza para sus hijos y que en el mañana repercutiría de forma positiva en sus núcleos familiares.

Este 27 de agosto de 2023 don Antonio José es recordado con inmenso cariño y gratitud. Su osado propósito más de cuatro décadas atrás, ha dado frutos y frutos en abundancia. Es posible que algunos escépticos y críticos (que nunca faltan), hayan dicho en voz baja que “estaba loco”, sin embargo, a la fecha se contabilizan 1.700 egresados aproximadamente. A propósito del ‘don’, un directivo del diario El Tiempo, ya fallecido, solía decir que como se ha ‘prostituido’ tanto el apelativo ‘doctor’, era más honroso que a uno le dijeran ‘don’.

El artífice de ese noble empeño no era egoísta y así como su hija, Amparo Hurtado Osorio, cursaba para entonces sus estudios universitarios, confiaba en que muchos otros muchachos de aquellos parajes rurales también pudieran hacerlo. Ella se convirtió en su mano derecha y la empoderó de tal manera, que terminó convertida en cofundadora y primera rectora. Por sus cualidades humanas, su formación académica y liderazgo que heredó de su padre, la historia de esta querida institución no podría contarse sin el rol fundamental que jugó para consolidarla, posicionarla y proyectarla.

Ni que decir de su sucesor, Carlos Julio Ciro Espinosa. Fiel a los postulados que sentaron las bases del colegio y que hoy es emblema de orgullo para esa zona limítrofe entre Quindío y Valle, ha hecho que sea un referente en el ámbito no sólo regional sino también más allá de las fronteras quindianas, por su doble titulación: bachiller académico, educación para adultos y bachiller agroindustrial; la empresa agroindustrial Sabor del Campo, que ha sido reconocida como modelo a nivel nacional; la escuela para padres, pionera en el departamento del Quindío con 30 años de vigencia; el gran compromiso de los padres de familia, el armónico ambiente de trabajo y una población estudiantil que aún acata las normas y respeta a los distintos estamentos de la comunidad educativa.

*Secretario del Colegio de Abogados del Quindío.

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