¡Qué pena con Dios!

22 marzo 2024 4:43 am

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Columna Colegio de Abogados del Quindío

Por: Fernando Elías Acosta González *

Pensé que era válida y oportuna una reflexión cuando el mundo católico se apresta a celebrar la Semana Santa, recordando el nacimiento, vida, pasión y muerte de Jesús de Nazaret. Desde que tengo uso de razón, escuché decir que básicamente vino a este plano material con dos propósitos: amarnos y enseñarnos a amar. De manera muy triste y lamentable, por todos los horrores, aberraciones y vejámenes vividos por la humanidad a lo largo de la historia, parece que su cruel sacrificio fue en vano.

Si existe un Dios (es cuestión de fe) deberíamos estar muy apenados con él, pues en los mismos textos bíblicos y publicaciones antiguas, se narran infinidad de atrocidades de toda índole cometidas por los “hijos del Creador”. Quienes aún estamos en este planeta, no acabamos de asombrarnos y aterrarnos de la manera bárbara y demencial como el hombre – desde las más remotas épocas – se ha ensañado con sus propios congéneres.

Es un exabrupto decir que somos como animales, por cuanto ellos actúan por mero instinto, en cambio nosotros sí tenemos plena conciencia de nuestros actos. Fuimos ‘creados’ con inteligencia, pero ¿de qué ha servido? Mentes depredadoras y asesinas de todas las razas, credos, condiciones sociales e ideologías políticas, han vertido “ríos de sangre”, desolación, terror y muerte en los cuatro puntos cardinales del globo terráqueo. Para no ir muy lejos, repasemos lo que ha sido el devenir de nuestra querida y martirizada patria.

Desgarradoras historias protagonizadas por los más disímiles actores: fuerzas del Estado, bandoleros, guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes, delincuencia de todo tipo, entre otros, han sido el común denominador hasta nuestros días. Si eso de por sí ya es estremecedor, están además las disputas, los odios y los crímenes en las propias familias; hogares en los que seguramente crecieron rezando el rosario todos los días y yendo a misa los domingos, según el precepto de la Iglesia Católica.

Es sino ver o escuchar esa ‘pesadilla’, esas “películas de terror” que son los noticieros, para comprobar que de muy poco o nada ha servido el largo trasegar del hombre en la Tierra. ¿Ha evolucionado? ¡Qué va! Tan primitivo y salvaje como siglos atrás, con la diferencia de que hoy tiene ‘chiros’ más costosos y ‘chucherías’ que sólo le sirven para alardear, para inflar su ego.

Hago un paréntesis. Hace cerca de 20 años ejerciendo mi profesión de periodista, siendo jefe de prensa de la Universidad del Quindío, un docente – doctorado en física – me dijo: “¿usted quiere sentirse mejor psíquica, emocional y espiritualmente? Entonces deje de ver, escuchar y leer noticias. Eso no sirve de nada. Y tranquilo: el cliente chismoso de la tienda le contará con detalle el crimen del día”. Y la verdad es que le hice caso.

A propósito del espíritu que anima a los cristianos católicos, le comenté a un sacerdote (a uno de mente abierta, sin sectarismo religioso: tengo un amigo ateo, científico e investigador. No cree en nada, pero es excelente profesor, ejemplar ciudadano, generoso, caritativo, buen hijo y hermano. ¿Entonces si se muere se va al ‘infierno’? “Si actuó honesta y correctamente e hizo el bien, no lo creo”, me respondió.

“No todo el que me dice: SeñorSeñor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos (Matero 7, 21). Su reiterado y vehemente llamado fue: “ámense unos a otros como yo los he amado”. Claro que, si sólo seguimos devotos a los ritos y las ceremonias, sin interiorizar, tomar plena conciencia, cambiar de verdad, mejorar en cada uno de los roles, seguiremos ‘descuartizándonos’ cual fieras enceguecidas y seguiremos decepcionando y avergonzando al Sumo Hacedor, como también suelen llamarlo los creyentes.

* Colegiado.

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