No hay nada más apasionante que el fútbol, y nada más triste que tu equipo del alma sea un equipo de perdedores.
El Deportes Quindío desde su creación hasta hoy ha sido un equipo de fútbol digno de una película Hindú, de esas que se hacen odiar con tan solo mirarla 30 segundos, o mejor aún, el Deportes Quindío es un equipo digno de una película de la “Gorda Fabiola” y los genios de Sábados Felices, cintas que dan rabia y pena ajena.
Nacidos para driblar, bailar y cabecear los corazones de los pocos quindianos que lo siguen; jugadas que pocas veces vieron nuestros abuelos y padres en la cancha del San José y que pocas veces hemos visto en la cancha del Centenario.
Recuerdo cuando Quintabani, Marrero, Marquiños y Tílger llevaban al Quindío a disputar la primera final de su historia reciente, recuerdo las banderas en la tribuna de sol, movidas por la esperanza y la hermandad de todo un pueblo, recuerdo también el “y dale, y dale, y dale verde dale”, y dale es que al último minuto un cabezazo del ruin fantasma Ballesteros nos bajó de la nube y nos hizo aterrizar de nuevo en la cotidianidad de los perdedores.
El equipo nació mal porque empezó con una flamante nómina argentina, recordemos que el Deportes Quindío se creó con los futbolistas del equipo Wander`s de Rosario Central, debido al paro del fútbol argentino, después de este equipo quindiano con esa inexplicable magia argentina, no pasó nada más.
El Deportes Quindío como Armenia, nunca pudieron ser grandes ni prósperos y esto tiene una sola razón; personas con grandes sonrisas, grandes barrigas y grandes ganas de hacerse ricos sin importar lo que pase y a quien le pase.
Nuestra ciudad es un reflejo de nuestro amado equipo, manejados ambos por cerebros pequeños pensando en cosas mínimas para sacar una gran tajada de dinero, personas que no les importan los armenios ni los quindianos.
Esta triste situación que mantiene felices a sus directos beneficiarios, es culpa de nosotros, los ciudadanos, más que de los propios dirigentes. Que tengamos una ciudad pequeña e impróspera es culpa de nosotros que vamos cada 4 años y metemos la pata votando por los barrigones y barrigonas que dicen: Ahora sí, llegó el momento de la prosperidad, del empleo, de vivir en el paraíso verde.
Que tengamos un equipo de perdedores también es culpa de nosotros, porque nunca nos interesó lo suficiente, porque dejamos que gente de otra parte viniera y lo dirigiera para beneficio propio.
Ojala algún día dejen de robarse la prosperidad, nuestra prosperidad y veamos esas banderas de Armenia en la tribuna sol del estadio Centenario de un lado para otro celebrando que somos de verdad un pueblo rico y poderoso, que el: “Dale y dale y dale verde dale” aturda un domingo en la tarde o un miércoles en la noche. Que la magia argentina del 56 hechice la cancha por siempre y por fin podamos decir: mi equipo, el perdedor, ahora es el campeón.