Navidad de los verdes, ¡qué feliz Navidad!

4 diciembre 2017 3:06 am
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Llega diciembre y con él los dueños de lo ajeno. Desde ya empezamos a ver campañas para que la gente cuide su platica, para que estén atentos de dónde retiran dinero, de los paseos millonarios, y en general con los ladrones que están esperando en la calle cualquier papayazo para hacer su Navidad, para pasar unas felices fiestas o para poder llevar un regalo a casa.

Esas campañas de prevención casi siempre son hechas por las entidades bancarias y la Policía Nacional; que no advierte sobre los dueños de lo ajeno que están en sus filas y que aprovechan en diciembre para hacerse su agosto. En esta época ellos son los únicos verdes que siguen en competencia y van por la liga, de una forma descarada y miedosa; sus tácticas para adueñarse de cualesquier cosita son tan aterradoras como el paseo millonario, y más audaces que el propio cosquilleo.

Los colombianos en diciembre se asustan y entran en pánico cada vez que hay un retén, o cada vez que unos motorizados los hacen orillar. Cada vez que esto pasa, ya saben que tienen que ir alistando el billetico de cincuenta, en ese preciso momento ya sabemos que nos robaron, y después, da la misma rabia y más tristeza que cuando salen de la nada el Brayan y el Yeison y con un puñal nos bajan de todo o cuando en un cosquilleo la Britany nos deja sin celular.

Quiero afirmar que no se trata de todos los uniformados, es más, creo que la mayoría son personas honestan, pero la realidad es que me ha tocado ver, impávido, desde la otra orilla, lo contrario. Muchas veces he visto como es el arte de la extorsión, he visto que con una sola seña despojan al ciudadano del billetico de cincuenta.

Hace un tiempo me tocó vivir esa extorsión en carne propia, un 30 de diciembre iba a realizarle a mi vehículo la revisión técnico-mecánica, el día anterior se me había vencido. Después de pasar un semáforo una patrulla me cayó como le caen los fleteros a sus victimas, como le cae la justicia a los integrantes de Cambio Radical; me pidieron papeles y se dieron cuenta que tenía vencida la técnico-mecánica, de inmediato uno de los patrulleros se subió al carro y me dijo que arrancara, mientras conducía, el extorsionista me dijo que íbamos de una vez para los patios y me hizo la cuenta de cuanto tenía que pagar para sacarlo de ahí, con la multa, contando que era un puente.

El dueño de lo ajeno con uniforme me hizo varias veces la señal de la extorsión, pero yo no la capte, finalmente bravo, me dijo que si arreglábamos o qué. Finalmente entendí y triste me desprendí no de uno, si no de tres billeticos de cincuenta mil porque el uniformado tenia que cuadrar a sus compañeros que iban en la patrulla.

Sinceramente hubiera preferido mil veces que me hubiera robado el Brayan y los amigos todos embazucados. Llamé a mi padre y le conté la historia, y el viejo me pegó un regaño de padre y señor mío: ‘Eso no se hace, eso se llama cohecho. A esa gente no hay que darle un peso, si uno comete una falta, así sea leve y sin intención, pues pague la multa. Jamás lo vuelva a hacer’, me dijo el viejo. Yo colgué el teléfono y me dije: ‘Lección aprendida’, pero al rato, cuando me había pasado la rabia, pero todavía me dolían los billeticos, reflexioné: ‘Claro papá, como no era usted el que iba a pagar la multa’.

Ahora en diciembre hay que andar a cuatro ojos, en la calle, en los cajeros, con mirar bien qué taxi tomamos en la calle, y obviamente no dar papaya y tener en regla todo lo de nuestros vehículos porque lastimosamente estamos en Colombia, y aquí la ley también está compuesta por Yeison´s y Brayan`s que quieren tener una feliz Navidad.

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