Juliana Giraldo Vélez
Esta semana se cumple el sueño de poder cruzar La Línea a través del túnel. Todos estaremos escribiendo las anécdotas y las historias alrededor de esta obra. Se habla de una vía, de un paso que lleva tres generaciones esperando a ser creado, no es de menos estar celebrando y reconociendo el trabajo de aquellos que con sus manos y su fuerza mental hicieron parte de esta obra. En algún momento de la historia de nuestro país las personas tuvieron la valentía de cruzar la cordillera central para llegar al otro lado. El primer camino que existió antes de que crearan las vías fue uno estrecho de pasto por el cual pasaban hombres y mulas.
Pensemos en la “berraquera” que tuvieron nuestros antepasados en decidir cruzar toda la cordillera central, sin carros y sin vías. Fueron ellos los que marcaron un camino para poder conectar al país y mover el comercio entre los departamentos. Cuenta mi padre que sus abuelos cruzaban La Línea con su mula cargada de dos canastos donde llevaban a los niños y también había hombres expertos en cargar a las personas para llevarlas al otro lado de la montaña; suena como una historia muy lejana pero no estamos hablando de más de 80 años.
Somos un país campesino y nuestros avances vienen de la tierra. Cuando llegaron los españoles y los portugueses a América trajeron a los equinos que luego de unos años de colonización y mestizaje, se volvieron herramientas fundamentales para el día a día de los campesinos. El poder moverse y atravesar territorios desconocidos con las mulas permitió el intercambio de cultura, comercio y transporte creando así conexiones más fuertes en todo el país.
La escritora Alice Roberts explica la importancia de haber domesticado a los caballos como herramienta de transporte que nos abrieron los ojos al mundo. “…habéis empezado a establecer contacto con pueblos lejanos de los que hasta ahora solos habíais oído hablar leyendas. Y todas esas cosas que de niño te parecían imposibles ahora forman parte de la vida cotidiana…”
Entonces es ahora nuestra responsabilidad acercarnos a estos “pueblos lejanos” de los que hemos escuchado o visto fotos; es la oportunidad de abrir nuestra forma de ver al país y compartir lo que somos, es una oportunidad para fortalecer nuestra identidad y entender que esa obra que parecía imposible para nuestros abuelos ahora va a ser parte de la vida cotidiana.
Este acontecimiento del año 2020 no es como si en el país se hubiera construido el centro comercial más grande de América Latina. Estamos hablando de una obra que lleva 100 años, que empezó por un camino de pasto marcado y ahora lo que antes era un viaje de 8 horas, si tienes suerte, puede ser de 6 horas. Lo que antes se cruzaba a pie y en mula ahora se atraviesa por dentro de la cordillera central. Estamos hablando de poder acercarnos al otro y entender las necesidades de nuestros vecinos, fortalecer el comercio y la cultura en el país. Tenemos que empezar a confiar en nuestras propias capacidades como colombianos y no subestimar un camino trazado con mula: venimos del campo y del trabajo fuerte.