Juliana Giraldo Vélez
Ahora más que nunca hemos reiniciado un nuevo periodo de nuestras vidas. La cuarentena ha sido un capítulo de la historia sin precedentes, fue un baldado de agua fría que necesitábamos para despertar de la indiferencia en la que se venía moviendo el mundo. Fue un momento de tomar grandes decisiones, de aprender a trabajar desde nuestras propias capacidades y ser creativos para poder seguir adelante. La tasa de desempleo aumentó en el país y dejó a muchas personas sin un salario fijo y menos un puesto de trabajo, pero este es solo un dato porque si investigamos un poco más a fondo encontraremos un abanico de nuevas historias de emprendimiento en el país y es quizás el sector gastronómico, uno de los que más tenga representantes.
Los restaurantes ya abrieron pero el aforo del lugar es apenas de un 30%. Supongamos que a un restaurante que tiene una capacidad de 60 personas ahora solo podrán ingresar 18, con ese número deberán pagar los servicios, el arriendo del mes, la nómina y los proveedores. Debe ser difícil atender a 18 personas y esperar que el restaurante tenga como mínimo unas tres rotaciones para poder justificar la capacidad del lugar. Es un panorama desalentador para la industria pero aquí seguimos parados agarrándonos a la más mínima posibilidad para seguir adelante.
Los restaurantes y los cocineros no se han quedado quietos. Han creado diferentes proyectos para reinventarse y poder seguir ofreciendo sus servicios a la comunidad. Esto es una gran ventaja para el país y sobre todo para nuestra gastronomía porque se han creado nuevas iniciativas a través de la necesidad haciendo que cada uno busque dentro de sus recursos la mejor manera de crear su propio negocio. Nadie dijo que sería fácil y que el camino estaría lleno de flores pero es la situación actual a la que nos enfrentamos, una “nueva realidad” llena de vertientes, subidas y bajadas.
Los nuevos emprendimientos de hamburguesas, pastelerías, sandwicherías, reposterías, almuerzos a domicilio y demás son el reflejo de la respuesta que le está dando esta sociedad a la pandemia. La comida siempre será un punto de partida para entender la realidad de determinado contexto. A través de los nuevos negocios las personas no solo están empeñadas en salir adelante sino en poner toda su creatividad al límite porque nos volvimos más recursivos.
Esa mínima posibilidad a la que nos estamos agarrando depende de nosotros; volver esa ventanita pequeña en un portal enorme donde podamos representar lo que somos como individuos y como país, que cuando viajemos a otros países no nos asocien con la coca y el narcotráfico sino con nuestros emprendimientos. Sintámonos orgullosos de un país gastronómicamente rico, que siempre lo hemos sido, pero ahora más que nunca todos estamos trabajando por ello. Invito a aquellos emprendedores que empezaron en este ciclo a no darse por vencidos, a seguir todos los días trabajando fuerte por sus negocios porque hacemos parte de un colectivo que está resistiendo, que está luchando porque lo que alguna vez fue una posibilidad, el día de mañana sea una realidad.