ALIMENTARNOS
Juliana Giraldo Vélez
Cuando nos paramos frente a la vida a preguntarnos quiénes somos, estamos haciendo un ejercicio de introspección con nuestras raíces más profundas. Como una tarea de colegio, nos preguntamos el origen de dónde venimos y para dónde vamos. En el transcurso de los días y quizás los años se desdibuja el norte de nuestros propósitos. Sin embargo, siempre hay algo que nos devuelve al comienzo, a nuestro nacimiento a nuestro ser más vulnerable. Ese algo son los alimentos, aunque suene desproporcionado, desde que estamos en el vientre de nuestras madres nos estamos alimentando.
Comer es una palabra mucho más compleja cuando tratamos de desglosar este verbo. Es un acto cultural, nutricional, placentero y por qué no, es un derecho. De hecho existe un derecho a la soberanía alimentaria, donde todas las personas tienen la libertad de elegir sus alimentos y que sean de alto valor nutricional, conocer sus procesos, prepararlos como quieran y apoyar el consumo local. Existen diferentes entidades que luchan por este derecho a lo largo del mundo. Hay quienes respaldan que la guerra es una de las causales del hambre y la desnutrición, sobre todo en los niños. Como lo muestran los estudios de la organización Acción Contra el Hambre, 7 de cada 10 niños sufren de desnutrición en medio de la guerra.
Colombia ha sido un país que ha crecido en medio de la violencia, es decir que probablemente nuestro país se encuentre en la cifra de los niños que sufren de desnutrición. Basta con salir de las grandes ciudades del país y darse cuenta del nivel de violencia y pobreza con el que cuentan algunas personas. Entonces, ¿cómo hacemos para hablar de soberanía alimentaria, donde el maltrato, el desempleo, la pobreza son algunas de las razones por las cuales este derecho no se cumple?
No existe una respuesta correcta a esta pregunta. Lo que sí les puedo decir es que quienes estén leyendo esta pequeña opinión, piensen en lo privilegiados que son al poder tomar un vaso con agua. Como lo decía al comienzo, si nos sentimos perdidos pensemos en los alimentos y como estos son el principio de nuestras vidas. Que el panorama nacional es complejo, pero no dejamos de ser un país agrícola. Ahora les propongo que si repensamos Colombia, no se trata de un “borrón y cuenta nueva” se trata de ir a nuestros alimentos y a proteger nuestra soberanía alimentaria, como una misma comunidad.