Juliana Giraldo Vélez.
Estamos aquí, ahora, en ningún otro lugar, estamos presentes. Lo que pensamos que “va a ser” solo nos llena de ansiedad porque aferrarnos a un futuro que no está en nuestras manos cuestiona nuestra vieja zona de confort. Hace unos días reflexionando sobre las secuelas del 2020 entre mis amigos y familiares, nos dimos cuenta de cómo los niveles de ansiedad han aumentado en nuestras casas. En las formas como pensamos las cosas impredecibles está la gran enseñanza.
No somos dueños del futuro y menos, predicadores de pandemias. Está bien que la vida nos despierte por un tiempo y nos congele justo un instante. Ese instante es hoy, cuando podemos disfrutar de una taza de café, del sofá de la sala y de estar descalzos tocando el piso. Lo que se viene es lo que tendrá que ser; cada uno sabrá cómo afrontarlo pero bajemos las angustias y subamos los ánimos. Aún nos queda mucho camino por recorrer porque si examinamos las cosas con un microscopio, un minuto parecería infinito. Estamos aquí, ahora, en ningún otro lugar. Lo que ya pasó nos ha dejado herramientas para ser más fuertes y seguir adelante.
Esta columna es simplemente un llamado a la esperanza y a la fe en lo que tenemos que es el presente. A mis vecinos, mis amigos, mi familia y a quien esté leyendo estos renglones quiero decirle: lo que haga o tenga en sus manos hoy, aprovéchelo en este momento, esta es una gran lección. Ahora que muchos hemos emprendido negocios o empezado trabajos, no perdamos las fuerzas y saquemos el mejor provecho HOY de lo que ya está en nuestras manos. La crisis financiera que estamos viviendo es solo pasajera. Los invito a que no pierdan el ánimo y la berraquera de salir adelante, que si el día de mañana debemos volver a empezar siempre habrá algo que nos dé la fuerza para reinventarnos desde lo más profundo.