En campaña se sabe todo y prometen cambiar todas las irregularidades sociales

7 noviembre 2023 2:45 am

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Juan Fernández Cerón

 

En tiempos de campaña electoral, los candidatos y los medios de apoyo, hablan de juventud, niñes, medio ambiente, de democracia, de educación, de una sociedad de calidad, de bondad, no de la buena sino, de la falsa, lo que presentan los medios que abonan la mentira politiquera. La esperanza es que no sea,  un decir por decir, por el interés de ser elegidos.

Muchos han pasado por las secretarias de estos principios, especialmente de la educación, donde han buscado es lucro y pertenencia personal, con su interés de consumo masivo.

Armenia, el Quindío y Colombia reclama cambios reales para restructurar nuestra sociedad, que, para lograrlo, debemos trabajar e iniciar por la educación, es la base fundamental.

Este es el cambio que se necesita para lograr una sociedad digna. Si valoramos la familia y la sociedad, sobre todo lo demás, es el primer escalón, de cultura familiar y social fundamental para que el amor, la confianza, el compromiso, el cariño, que enseñan y enfatizan  en el respeto a las personas mayores, para compartir su experiencia y conocimiento, prevalezca en todas las generaciones.

Una familia y una sociedad culta, educada, genera la importancia de los valores y los buenos modales, Si un ser humano no cultiva la generosidad, los valores, los modales y los principios fundamentales de la educación: conocimiento, moral, amor, respeto por la familia, la sociedad, la democracia, las tradiciones, el cuidado de los animales, la naturaleza, de su cuerpo y la salud, de nada sirve todo conocimiento ni tecnología. 

Nuestra sociedad necesita con urgencia nuevas formas de formación para que  respondan a las múltiples necesidades a que nuestros pueblos están sometidos

Educar es el arma más poderosa de una sociedad, es tan poderosa que los gobernantes y aspirantes a gobernar la utilizan, porque son los que controlan la educación de un país, porque vigilan al pueblo que va a gobernar, por eso optan por dejarlo siempre en la ignorancia, para que no aprenda a defender sus derechos con la finalidad de ser controlado por el poder de turno, ya que un pueblo crítico que lee y piensa es peligroso frente a cualquiera que quiera vulnerarlo, porque las personas  pensantes  son capaces de entender las falsedades, odios y crímenes de quienes buscan  intereses personales y corrupción, que las hacen verdaderas en toda publicidad.

Una sociedad culta, pensante, crítica, no acepta la pasividad, a estar condenada a la inercia de su pensar, sobre todo en la actualidad donde todos estamos atrapados por las redes sociales y los medios de comunicación, que deben controlarse, porque se han convertido en germen para la desinformación, invitan al odio, la guerra, mecanismos justificados en antivalores, sobre todo,  cuando estas no ejercen su ética en el debido ejercicio periodístico.

De ahí la necesidad de aprender y enseñar a pensar críticamente, pero no solo como obligación de la escuela, sino que este ejercicio debe iniciarse en la familia, en las instituciones y en una sociedad.  Es en la familia, si sabe pensar por supuesto, que debe iniciar esta actividad, donde el adulto pensante y con experiencia, abre el germen del asombro, de la reflexión, de leer, de pensar para que el niño no pierda el deslumbramiento y la curiosidad que le presenta, no solo del mundo familiar, sino, del mundo circundante con todas sus necesidades que observa desde su infantil concepción y formar niños curiosos con pensamiento crítico. No hay que dejar que los niños sedientos de conocimiento, de verdad, pierdan su capacidad  de pensar, de asombro, de reflexión crítica y no lleguen a ser personas manipuladas, sumisas.

Desgraciadamente nuestra cultura tradicional, que no educa para saber pensar críticamente, porque se consideran solemnes y dueños de todo saber y de administrativos y directivos que la prohíben por su desconocimiento y sus intereses  

Nuestra  educación, con su estructura actual, no podrá llegar a competir con otros y menos a combatir la miseria, la pobreza, la iniquidad y la corrupción. Se hace necesario un cambio de mentalidad, un educar que sea gestor de desarrollo de las capacidades y de talentos, para que piensen el mundo como un proyecto de vida que está en permanente realización, para obtener un verdadero compromiso social humano.

Un ser humano, que al preguntar nos designe, nos muestre el ente que somos y la posibilidad de ser, a la construcción de sí mismo, del mundo, del hombre y del saber, esta concreción ya nos define la actitud crítica y filosófica del hombre, para que el ser y futuro ciudadano, profesional sean personas que se cuiden por sí mismo, que se preocupen por sí mismo, el que se gobierna por sí mismo y que a la vez tiene capacidades para gobernar como una persona libre, respetuosa, honrada, consciente, que le dé la posibilidad en su cotidianidad de vivir y pensar distinto y abortar lo mal construido

Un hombre libre, que  actúa con una postura filosófica, pedagógica, es el consejero, el pedagogo que se compromete y se interesa por los asuntos de su pueblo, de su familia, de su región y llegar a formar así una sociedad y una pedagogía del conocimiento del ser de sí mismo.

El educar actual pide estos cambios de mentalidad docente, de familia, sociedad y administrativa para ir tomando rumbos de soluciones y, desde allí, ofrecer alternativas de estudio para democratizar el ser social. Es una de las pocas oportunidades que tienen nuestras regiones, las familias marginadas, pobres que, por ayudar a la familia a subsistir, no pueden asistir a la escuela,

El reto es iniciar con un educar con calidad, permitiendo desarrollarse personal y profesionalmente, proyectarse a través de una actitud consciente de la familia, la sociedad y las instituciones,  que ofrezcan la posibilidad de articular su actuar y formación con el trabajo, es decir, formar seres humanos que piensen por sí mismo, con pensamiento y conocimiento de un saber para trascender.

Todo se enmarca en la formación del SER, en el respeto a la vida y a los demás derechos humanos, a la paz, a los principios democráticos, de convivencia, pluralismo, solidaridad y equidad, así como en el ejercicio de la tolerancia, la libertad, de actualización constante frente a los retos sociales, políticos, económicos que la región, el país necesiten con la participación de un ser humano educado y educador.

La adquisición de una conciencia para la conservación, protección y mejoramiento del medio ambiente, de la calidad de vida, del uso racional de los recursos naturales, de la preservación de desastres, dentro de una cultura ecológica del riesgo y de la defensa del patrimonio cultural de la nación y de cada contexto.

La cultura ecológica será transversal, en el desarrollo de una conciencia ecológica de acción que dé valor a los esfuerzos particulares en procura por la preservación y equilibrio ambiental y la conservación de su biodiversidad.

La globalización de la ciencia y la tecnología son de un impacto muy amenazador cada día y más imponente en todas las dimensiones de nuestra vida individual y comunitaria. Es la preocupación actual, sobre la vulnerabilidad del avasallador desempleo del no educado y del educado, llámese analfabeta, bachiller o profesional.

Es la posibilidad de reinserción a la vida colectiva, para contribuir al problema social que está generando más violencia, desempleo y fundamentalmente a la crisis de valores.

Con este llamado, es preparar para crear identidad regional y nacional, generando espacios de reflexión crítica, frente a los valores humanos, el tipo de hombre que se requiere, desarrollando innovación para dar cumplimiento a las exigencias actuales.

El mundo actual espera, que se pueda vivir en paz, pero para esto se requiere de escuelas, colegios, universidades, gobiernos, familias y sociedades, que busquen un cambio. Una sociedad, que se pueda pertenecer con orgullo, dignidad, se pueda amar, al gusto por la vida y al placer de compartir, con una restructuración formativa de calidad, tan necesaria en el momento No esperemos que las cosas cambien, si seguimos haciendo lo mismo.

 

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