ARMAS ARROJADIZAS

11 septiembre 2021 12:42 am

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Por Jacobo Giraldo Bedoya

Un texto del profesor Costas Douzinas, llamado The End(s) of human rights, inicia con la siguiente frase: “Un nuevo ideal ha triunfado en el escenario global mundial: los derechos humanos”. Hablaba, entonces, (el texto es del año 2002) de un escenario que parece a punto de modificarse en algunos aspectos. Decía: “Los derechos humanos son la ideología que queda tras el fin y la derrota de las ideologías, o, para adoptar un término en boga, la ideología de la globalización en el “fin de la historia””

Como se sabe, los derechos humanos gozan hoy de una acogida casi total en el mundo; países pobres y ricos, de las más diversas culturas, distantes o contradictorias, se unen en la defensa de esa bandera y rezan, con monotonía y énfasis, que así pueden justificar sus acciones en el patio propio, como en el ajeno.

También, es sabido que los derechos humanos, tal como los conocemos hoy, tienen su origen en un texto fundamental de la Revolución Francesa. Inicialmente la resistencia a adoptar esta óptica no fue poca y, con el tiempo, creciente en ciertos sectores. Y es que Francia, de alguna manera, se estaba autorizando para dictarle al mundo lo que significaba ser hombre. Alguno iba a sentirse mal por eso y no iba a querer entrar en esa revolución.

Pienso que una fecha como hoy, 11 de septiembre, puede servir para pensar un poco en este tema, que parece enteramente definido en algunos momentos, pero también sumamente endeble y frágil en otros. Algunos dicen que es una fecha que cambió para siempre el mundo.

Sabemos que el 11 de septiembre de 2001 hubo atentados terroristas en Estados Unidos, donde fueron arrojados aviones como proyectiles contra edificios públicos y privados; que estos fueron endilgados al grupo Al Qaeda y que ello legitimó a varias potencias mundiales para que intervinieran en Afganistán, con el fin de someter al imperio de la ley y los derechos humanos a los violentos y desadaptados.

También sabemos que el 11 de septiembre de 1973 pereció en el Palacio de la Moneda Salvador Allende, acosado por los militares chilenos vueltos en su contra por oscuros intereses.

Occidente exporta su democracia y sus derechos humanos a amplias regiones del Oriente, acaso, como respuesta al horror desatado por el terrorismo, con la esperanza de lograr la mayor cantidad posible de conversos ¿Será alguna vez suya nuestra visión del Estado, la economía o la religión; o, al menos, una remotamente parecida? ¿No es un triunfo paradójico que se pueda imponer el respeto de ciertos derechos mediante la violación de estos?

No obstante, y curiosamente, mientras se cuentan historias sobre los derechos humanos, su adopción, el eterno agradecimiento que sentimos por la proclama francesa o la necesidad de adoptar estos en todo el mundo; en el terreno, las letras del texto o su contenido vaporoso se pierden al entrar en contacto con el otro, con el extraño. La interpretación del contenido de estos derechos es tan compleja e implica tantos factores, que lo permite. ¿Lo seguirá permitiendo siempre? Sea cual sea la respuesta, este es el modelo para exportar.

Pero no es el único, China quiere imponer su visión de democracia, aparejada a una visión de derechos humanos. ¿Contará con el apoyo internacional para esparcir la semilla? ¿No hay ya evidentes contradicciones en este nuevo modelo como para tomarse la molestia de encontrar sus posibles ventajas? ¿Estamos frente a un período de decadencia de la noción (ya que no concepto) de derechos humanos o ante su definitivo auge final?

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