Por Oscar Jiménez Leal
En un lugar del Quindío de cuyo nombre si quiero acordarme: Calarcá, un pueblo mayoritaria y beligerantemente liberal, ocurrió hace muchos años un hecho insólito que, a mi juicio, bien merece ser relatado. Sucedió una noche cuando Lorenzo Cadena, magnífico profesor de matemáticas y ciudadano ejemplar, al regresar a su casa después de una larga y fatigante jornada de trabajo, no encontró a su esposa, razón por la cual salió en su búsqueda por plazas, calles, casas de familiares y amigas, pero sin lograr noticias de ella; por último la buscó en sitios de diversión nocturnos que proliferaban en aquella época; la halló en uno de ellos bailando con su mejor amigo, a quien de una vez sacó del establecimiento a empellones y trompadas y ya en la calle lo tiró al suelo de un golpe para continuar con su implacable castigo. El amigo logró, por un instante, zafarse de su verdugo y en su desventajosa situación tuvo la audacia de gritar a todo pulmón: viva el gran Partido Liberal, viva Ancízar López. Los numerosos liberales que presenciaban la grave escaramuza creyeron que se trataba de una pelea política y se sintieron convocados a solidarizarse con el apaleado, para lo cual lo liberaron del acorralamiento en que se encontraba y la emprendieron contra el marido justamente ofendido a quien la policía tuvo que salvar del linchamiento a manos de la enfurecida turba liberal.
Bogotá 10 de mayo de 2023