Por Oscar Jiménez Leal
Ingresó a las profundidades del ignoto mar océano donde se desvanecen las almas nobles el compañero y amigo de las aulas universitarias Hugo Suescún Pujols, quien fuera hijo del doctor Vicente Suescún, un reconocido abogado y de Daniela Pujols, distinguida dama de nacionalidad francesa a quien aquél conoció en París cuando adelantaba estudios de especialización. Ingresamos al tiempo al programa de Derecho y Ciencias Sociales del Externado de Colombia. Desde los primeros años se destacó por sus buenos resultados académicos y por la completa dedicación al estudio no solo del derecho sino de otras áreas del saber, puesto que a la vez cursaba Economía en el programa nocturno de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en donde igualmente cosechaba frutos sobresalientes. Todo lo cual demostraba de lejos su avidez de conocimiento y la envidiable ventaja que cogió a todos sus condiscípulos. Con tan robusto y sólido equipaje intelectual y profesional, a nadie sorprendió ni menos extrañó que el más prestigioso profesor de derecho laboral de la época, el doctor Francisco Yesid Triana, lo invitara, junto con otra destacada compañera, Lucía Salgado, a fundar el prominente y afamado bufete de abogados especializado en derecho laboral que prontamente lograron consolidar.
Posteriormente, sus propios merecimientos, lo llevaron a enaltecer con su presencia la Magistratura de la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia. Allí entre otras importantes decisiones, flexibilizó el recurso extraordinario de casación que dejó de ser privilegio exclusivo de una élite jurídica para acercarlo a las mayorías ciudadanas, mediante la disminución de artificiales solemnidades creadas por la jurisprudencia tradicional e hizo prevalecer los derechos fundamentales sobre las simples y dispendiosas formalidades. De ese modo, fue posible, igualmente, hacer efectivos, por medio de la jurisprudencia, fundamentales conquistas laborales en favor de los trabajadores que permanecían solo en la retórica de los tratados internacionales suscritos por Colombia.
Por su sabio contenido, por la claridad del pensamiento allí plasmado, por su elegante y sencillo estilo pedagógico, aunado a la suficiencia argumentativa de que hacían gala, sus sentencias son frecuentemente citadas por la misma Suprema Corporación y por la doctrina nacional difundida en su extenso quehacer docente. Además, impuso la celeridad del ritmo en el trámite de los procesos a su cargo, a tal punto que una sentencia salida de su pluma tardaba entre quince días y un máximo de seis meses, a partir del ingreso del expediente a su diligente despacho para ser proferida. Vivimos durante su afortunada gestión judicial una excepcional época de “pronta y cumplida justicia”, como lo ordena la Constitución Política.
Pero quizás la contribución más importante a la configuración del Estado Social de Derecho fue su voto positivo en la Sala Plena de la Corte que desempató una difícil y empantanada discusión para permitir la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente que expidió la Constitución de 1991, poniendo a tono la nacionalidad colombiana con las corrientes modernas del constitucionalismo universal, al crear instituciones como la Corte Constitucional, la Fiscalía General de la Nación, la Acción de Tutela y otras entidades como los derechos fundamentales de que hoy gozamos los ciudadanos y que remodelaron la arquitectura del Estado colombiano. Todo lo cual no hubiese sido posible sin su decidida participación. Ese es el enorme tamaño de la deuda de gratitud adquirida por la sociedad colombiana con el insigne togado.
Por ello, hacemos votos porque el recuerdo de su rectitud a toda prueba y de sus excelsas condiciones cívicas logren mitigar en alguna medida el inmenso y profundo vacío existencial dejado por su ausencia en quienes, como su fiel esposa y compañera de todas las horas, Luz Alba Muñoz, su hija Daniela, sus nietos Ema y Pablo, los suyos y sus innumerables amigos y compañeros han de padecerla. Y ojalá les sirvan de bálsamo espiritual el magnífico e imperecedero legado de tan eximio Varón.
Bogotá noviembre de 2023