Por Oscar Jiménez Leal
En el día de ayer partió definitivamente a regiones ignotas Jorge Ospina Cantor. Había nacido en Calarcá en la década de los 40 cuando aún pertenecía al departamento de Caldas. Su ausencia estuvo precedida de una fecunda trayectoria vital. Primero como dirigente estudiantil en la prestigiosa Universidad Nacional de Colombia y destacado integrante de las Juventudes del Movimiento Revolucionario Liberal, en medio de la efervescencia del debate político entre quienes, defendían la vía armada para la toma del poder a imitación de la Cuba de Fidel Castro y aquellos que preferíamos la ruta civilizada de las reformas a la sociedad colombiana mediante los mecanismos de la democracia representativa. Jorge siempre condenó la violencia en todas sus formas.
Adquirido su título de abogado, se vinculó como alto ejecutivo de una de las cadenas radiales existentes por la época y desde allí, con una buena experiencia acumulada, incursionó en la televisión como uno de sus pioneros; mas cuando aparecieron los canales privados se inauguró como productor con un brillante y atronador éxito. Inversionistas, ejecutivos y actores demandaban su concurso para organizar productoras y programadoras de televisión. Los mejores programas de la TV, tales como concursos, telenovelas y películas llevan su sello indeleble en el recuerdo grato de los colombianos.
Después de tanto batallar, y cuando se hallaba disfrutando del merecido descanso del guerrero, en la intimidad de su vida privada, voló hacia la eternidad.
Por todo ello, quiero dejar sincero testimonio de dolor de quien fue su compañero desde las aulas de las primeras letras, su paisano y amigo de siempre y sobre todo su admirador indefectible por la valiosa contribución al desarrollo de las artes, las comunicaciones y la cultura ciudadana. Y extender el abrazo solidario a sus hermanos Gloria y José Fernando, lo mismo que a su entrañable sobrina Lina María Aristizábal y a todos sus familiares.
Bogotá diciembre de 2023