Por: Javier Alfonso Beltrán Henao
Dicen que la muerte es lo único seguro, y claro que lo es en parte, pero no creo que sea lo único seguro, aunque sea inexorable.
También dicen que la muerte es natural al ser viviente porque si vive es porque morirá. Tampoco creo que todo lo que vive muere.
El no creer en términos absolutos en lo anterior se debe a que no quiero, no hay nada más obcecado que querer lo que uno quiere que no pase.
Enfrentarse a esta inexorabilidad es un tiempo que no se espera, aunque sea venidero, pero no en el tiempo que no debe ser según mi propio criterio. Que cosa más obscena hablar de esto, qué más puedo decir, sino que es algo de lo que hay que hablar a la hora de permitirse reconocer la desfortuna de hacerlo.
Al final me encuentro que, al hablar de esto en el fondo de mi ser, indago por si llegase a ser mi propio suceso, pero, aunque no lo es, sí, pudiera; de ahí lo fuerte de esta diatriba para muchos.
Normalmente mi esposa es la revisora de estilo de mis columnas y suele a veces corregirme o sugerirme, pero nunca me hace cambiar lo que diré, por el contrario, siempre me ánima. Recuerdo ahora una columna a la que titulé precisamente “Esposa”. En esa ocasión no le solicité revisarla, como tampoco lo haré con esta que hoy escribo y la razón es deducible.
Tampoco la publicaré sin compartirla con ella, no recuerdo haber escrito alguna que no lo haya hecho.
Hoy hablamos de la muerte y hablamos de la vida después de la muerte, pero de la vida de los que sigan viviendo, y a esto me refiero cuando digo que no es lo único seguro, pues ciertamente así es; hoy leí la frase “Las cosas cambian y los amigos se van. Y la vida no se para por nadie” de Stephen Chbosky en su obra “Las ventajas de ser invisible”, y fue precisamente lo que ella, mi esposa me dijo también hoy.
Pues aquí estamos obstinados ella y yo, y no puedo escribir otra cosa que no sea esto: “que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” 2 Corintios 4:8-10 (La Biblia).
Pelearemos hasta no desmayar, lucharemos hasta no perder, resistiremos hasta no vencernos, creeremos hasta si creer, viviremos hasta no morir.
Fuerza mujer, fuerza mujeres, fuerza varones. Estaremos bien.