Javier Alfonso Beltrán Henao
Recientemente vi la película City Hall, con Al Pacino, quien hace de alcalde de Nueva York. Me gustan las películas de este actor porque los guiones que escriben para él son tremendos, interesantes, y prácticamente en todas sus películas por lo menos echa un discurso. En City Hall, casi todo el tiempo dice frases geniales, recuerdo: “En política nada es un hecho”, “La estatura de un hombre se mide en la cantidad de sus enemigos y no de sus amigos”, “La prensa hace crecer a los políticos”, “Solo he sabido de un buen alcalde en la historia de la humanidad, Pericles, alcalde de Atenas, decía: traer para la ciudad todo lo bueno es mi trabajo”, “no seas duro al juzgar a tus amigos”.
Encontré esta definición de la política: Actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a la sociedad o a un país. Hablando con un amigo (realmente fue quien encontró la definición) le dije: entonces el fracaso de la política es la guerra.
Me gusta mucho la política, no he estado dedicado a ella, pero me gusta, inclusive he dicho varios discursos en otros tiempos, aunque creo que si de votos se trataran hubiera tenido el mío y el de mi madre, nada más; pues ya dije que no me dediqué a ella, la política, y hubiese sido un mal político, también ya lo dije.
De jovencito vi en la plaza pública a Luis Carlos Galán Sarmiento, a Santofimio Botero (¡que ironía!), y me fascinaban sus discursos, me gustaba leer una columna que escribía en El Tiempo, Alfonso López Michelsen, quien a propósito una vez escribió acerca de las inmensas posibilidades de Colombia en el Agro. También me gustaba la locuacidad de Roberto Gerlein en sus exposiciones en el Senado.
“Todo acto humano es un acto político”, Natividad Castrejón Valdez, político mexicano. Las personas suelen decir no me gusta la política, pero sin saberlo son políticos y les afecta la política. Se aproxima o estamos ya en un tiempo coyuntural de la política que yo llamo deliberativa y electiva; habrá que involucrarse por lo menos escuchando, opinando o participando, ojalá.
Los políticos y los amigos se reúnen en una cafetería y allí deciden quien va a gobernar los próximos años, y la ciudadanía espera que decisión sale de allí. El tinto lo paga en que ha salido favorecido.