LEER UNA AVENTURA GRATIFICANTE

24 febrero 2021 11:18 pm

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María Nelly Vanegas Agudelo

Leer implica una serie de procesos mentales, entre ellos el desarrollo del pensamiento simbólico y la capacidad de interpretar a partir de signos, mensajes que al irse hilando se constituyen en significados que permiten a la mente partir a nuevos mundos

Muchas veces se aprende a leer casi de manera mecánica sin entender el maravilloso universo que se abre a través de la lectura

Las letras, como en una majestuosa fiesta, encuentran parejas que al danzar van uniéndose unas con otras de manera similar al baile, en el que las personas se van ligando al sonido de la música para formar parte todos de la misma, moviendo el cuerpo al son de un ritmo que da vida al festejo

A través de letras que suben y bajan, la lectura sumerge al individuo en cosmos irreales que se convierten en reales para el lector. Ellas se juntan en palabras y el conjunto de estas van formando oraciones que van narrando hechos, o historias maravillosas que nos trasportan a otros universos, permitiendo que el ser humano se comunique con otro o con muchos otros, al quedar impresas en papeles diferentes que van formando libros, periódicos, revistas u otros medios que permiten que cobren significado, transportando al lector a mundos, o ambientes inimaginables en los que a veces se deja de ser espectador para convertirse en cómplices de situaciones increíbles y al igual que en los sueños el lector se convierte en, actor , espectador o intérprete de historias, aventuras, sucesos y acontecimientos.

Si a los niños se les introdujera en la lectura como un juego en el que se descubre infinidad de cosas, en el que sin moverse se pueden trasportar a lugares inconcebibles, escuchar y hablar con personajes, que quizá nunca verán más que con la imaginación, serían muchísimas las personas que convertirían los libros en amigos.

Los libros tienen la capacidad de permanecer con nosotros aún después de haber finalizado su lectura, gracias la huella neuronal o sombra de actividad que queda en el cerebro después que se ha terminado de leer, por las imágenes mentales que se generan a partir de las descripciones o narraciones, que permiten además, reorganizar estructuras cerebrales y redes neuronales.

Durante los primeros minutos de lectura, el individuo se traslada a un plano diferente en el que surgen sensaciones de entusiasmo por el encuentro con aquel que cuenta una historia o narra un suceso, el cual empieza a hacerse familiar; después, al aumentar el tiempo de lectura se va adquiriendo una profunda conexión psicológica con los personajes y eventos que van sucediendo en el libro.

A nivel biológico, se activa la corteza visual para procesar la información que llega a través de los símbolos, los cuales son reconocidos por ciertos sectores del cerebro como letras, mientras que distintas zonas las juntan y las reconocen como palabras; a su vez, otras, les dan significado, excitando áreas del lenguaje y generando entendimiento. Todo este encadenamiento activa el riego sanguíneo y la creación de neuronas.

La lectura reduce el estrés, mejora la reserva cognitiva y aumenta la concentración; así, leer es un hábito saludable para nuestro cerebro, pues es una actividad relajante que disminuye los niveles de cortisol del cuerpo, hormona que se libera con el estrés, al suceder esto, el lector aparta su atención de los problemas que le preocupan, aprende a manejar las ideas obsesivas y baja los niveles de angustia. Por lo tanto tiene un valioso poder terapéutico para las personas consumidoras de sustancias ya que baja los niveles de ansiedad.

La lectura es además una actividad preventiva en especial para los jóvenes pues potencia la empatía: leer ayuda a ponerse en el lugar del otro y a percibir y analizar diferentes puntos de vista. Ayuda al cerebro a relajarse, consiguiendo momentos de calma pues con la lectura se experimentan sensaciones similares a las que surgen en la meditación. Permite también, desconectarse de las preocupaciones y problemas diarios.

Las historias y los cuentos conservan la atención del niño, lo divierten y despiertan su curiosidad., estimulan su imaginación, le ayudan a desarrollar su intelecto y a clarificar sus emociones; los lleva reconocer plenamente sus dificultades, al mismo tiempo que le sugiere soluciones a los problemas que le inquietan, estimulando simultáneamente, la confianza en sí mismo y en su futuro.

En ellos, la lectura de cuentos facilita el manejo de las diferentes emociones y sentimientos, tanto las propias como las de los demás, entendiendo la función y utilidad de todas y cada una de estas, a la vez que aprenden a diferenciar entre emociones que nos ayudan a sentirnos bien y aquellas que nos hacen sentir mal.

A través de la lectura de los cuentos de hadas nos dice el psicoanalista Bruno Bettelheim los niños, aprenden a enfrentar las dificultades de la vida, entendiendo que son parte de la existencia humana; que si se enfrentan a las privaciones inesperadas y a menudo injustas, llegan a dominar todos los obstáculos.

En la madurez y en la vejez el ejercicio de la lectura es recomendada por Neurólogos y psicólogos como método preventivo del Alzheimer u otras enfermedades neurodegenerativas.

Emili Teixidor Escritor filósofo y periodista español sostiene que los beneficios de la lectura no son únicamente personales, pues “Leer ,no sólo afecta la cultura social, sino también la economía y comercio de un pueblo”.

César Antonio Molina, escritor y profesor universitario, director de la Casa del Lector en España afirma que a lo largo de la historia, la lectura ha sido uno de los vehículos de la democracia. “En países autoritarios la lectura siempre estará perseguida por contribuir a desarrollar la libertad de expresión, la cultura y la información”.

Leer siempre tuvo el poder de transformar la sociedad, “y, si no, ¡fíjese en todos los que leyeron los evangelios!”, sostiene Teixidor.

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