LA FORMA DE RESOLVER CONFLICTOS EN COLOMBIA

2 junio 2021 11:02 pm

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María Nelly Vanegas Agudelo

La historia colombiana se caracteriza desde sus comienzos por haberse construido a partir de la confrontación violenta.

A manera de corto resumen ya que un análisis demandaría ríos de tinta y papel que el espacio no admite, se hace un breve recuento que permita visualizar la forma de asumir las discrepancias, lo intolerantes que somos frente al otro que piensa diferente, sobre la manera como enfrentamos los conflictos, la escasa capacidad de diálogo y negociación que tenemos los colombianos.

Al comenzar el periodo colonial se da una organización plural en distintos aspectos: raza, costumbres, creencias, cultura y clases muy diferenciadas: comenzándose a conformar la nación colombiana con profundas desigualdades tanto en lo cultural y por ende en lo ideológico, como en lo social y económico, lo que va a llevar más adelante a grandes conflictos que se resolvieron en forma violenta.

Durante la independencia, Colombia se sumergió en un estado casi crónico de revoluciones y guerras civiles no solo contra los invasores, sino entre los criollos, por discrepancias en la forma como se debía organizar la naciente república; ello condujo a un sin número de conflictos la mayoría cruentos y que frenaron el desarrollo social y económico.

El período conocido como la Nueva Granada fue extenso, se caracterizó por levantamientos violentos, con las consecuentes represiones producto de disputas y enfrentamientos entre diversos sectores sociales.

La disolución de la Gran Colombia trajo consigo un estado de beligerancia casi permanente. La naciente República de la Nueva Granada padeció algunas guerras civiles de carácter local, regional, de características muy sangrientas.

Numerosos factores aparte de la muerte de Bolívar, confluyeron para crear las condiciones de la guerra civil que llevó al fin, de lo que se conoció como la Segunda República.

Hasta los religiosos han sido origen de situaciones de conflicto, de ello es prueba la denominada Guerra de los Conventos o Guerra de los Supremos que se produjo en Pasto, por la supresión de "conventos católicos menores" ya que tenían un pequeño número de religiosos. Se pretendía usarlos como centros de instrucción pública, medida que no gustó aunque contaba con el apoyo del arzobispo de Bogotá, la población incluida los sacerdotes se sublevó.

El alzamiento fue sofocado dos meses después, pero se recrudeció cuando los líderes regionales se alzaron contra el gobierno central con el fin de obtener reivindicaciones políticas y económicas.

Al analizar los textos escritos sobre historia de Colombia se pueden distinguir dos tendencias del siglo XIX: la liberal que se perfila con las Reformas de mediados de siglo, caracterizada por el establecimiento de la Republica Federal; y la conservadora, que se contrapone a la anterior y busca el centralismo.

Así, el primer siglo republicano fue turbulento por la tensión entre una concepción federalista del estado (de una forma similar a la adoptada por los Estados Unidos) y una centralista similar a la de Francia) lo que condujo al país a varias guerras y dio principio al bipartidismo: conservador- liberal.

En 1899, se dio el conflicto bélico más devastador de la historia de Colombia. Una guerra que en realidad, no duró exactamente mil días, sino 1130 aproximadamente y que se conoce con el nombre de la guerra de los ‘Mil Días’.

Sus consecuencias fueron completamente devastadoras para el país en todo nivel: social, económico, político. Fue el doloroso intermedio entre el sanguinario siglo XIX, con casi 10 guerras civiles de tipo nacional, y el siglo XX, con una hegemonía conservadora que se prolongaría hasta 1930 y que marcó una época de “retroceso generalizado” según algunos historiadores.

En la década de 1920 la zona bananera conformada por los municipios de Santa Marta, Ciénaga, Aracataca, Fundación y Pivijay, empezó a ser floreciente a raíz de las plantaciones y exportaciones de banano; situándose Colombia como el tercer abastecedor mundial de los mismos, pero esto no basto para que el país presentara un nuevo brote de violencia esta vez contra los trabajadores, reprimiendo una manifestación suya en la lucha por sus derechos.

Los gobiernos conservadores de los años veinte tendían a ver con alarma cualquier acción independiente por parte de los obreros, ya se tratara de paros o esfuerzos de sindicalización.

Temían la movilización de campesinos y de obreros asalariados que estaba gestándose en toda Colombia. Las clases bajas estaban pidiendo mayor participación en la vida económica y política del país.

En lugar de crear las estructuras institucionales que permitieran negociar a los trabajadores y empresarios, el gobierno percibió el problema social como de desorden y de subversión, esta visión produjo una terrible represión a sangre y fuego que se conoció como la masacre de las bananeras.

La lucha entre fuerzas liberales y conservadores se evidenció a través de 54 guerras civiles: 14 de conservadores contra liberales, 2 de liberales contra conservadores y 38 de liberales contra liberales.

En el año 48 se dio el asesinato del candidato liberal a la presidencia, Jorge Eliécer Gaitán cuando se celebraba precisamente la IX Conferencia Internacional Americana que suscribió el Pacto de Bogotá, por el que los países americanos se comprometían a resolver sus conflictos por formas pacíficas. Lejos de esto el hecho, generó una ola de violencia en la ciudad de Bogotá conocida como el Bogotazo que pronto se extendió al resto del país desencadenando en lo que se conoce como el periodo de la violencia.

Seguido a este crimen sube al poder un conservador quien impulsa una serie de políticas represivas. Entonces, una parte de la dirigencia liberal ordena a sus militantes a alzarse en armas contra el presidente, utilizando lo que se conoció como las guerrillas liberales; a su vez los medios de comunicación oficialistas llamaban a los liberales “bandoleros” agudizando la polarización del conflicto.

Fueron años de terrible violencia, los periódicos de la época mostraban la sevicia con que se arrasaban pueblos enteros por el simple hecho de pertenecer a un partido o al otro.

Durante los años 70 se acrecentó otro tipo de violencia y fue la debida al fenómeno del narcotráfico, lo que mostró una confrontación ya no en forma de guerra civil sino de terrorismo.

Aunque los principales actores del conflicto siempre han sido en su mayoría, los partidos políticos tradicionales y los movimientos guerrilleros, el surgimiento de diferentes grupos revolucionarios, paramilitares y la influencia del narcotráfico han tenido mayor o menor predominancia en los mismos.

La historia se repite una y otra vez con diferentes actores. Es hora de que se rompa la cadena de violencia a partir de una reflexión juiciosa de cada uno y se entienda que confrontar ideas lleva al enriquecimiento cuando se buscan entre las partes soluciones que beneficien a ambas, que en la confrontación de las ideas se generan posibilidades novedosas pues la diferencia lleva al descubrimiento de situaciones alternativas.

Lo anterior, deja ver que tan poco se han entendido los derechos humanos por parte de los colombianos, pues se asume como los que tiene cada individuo como si no se perteneciera a un colectivo, por lo tanto, no se tienen en cuenta los de los otros. Esto lleva a ser muy intolerantes. Es hora de entender que los derechos cobijan a todos los ciudadanos y que estos se convierten en deberes cuando se asume que el otro también goza de derechos. Entender esto posiblemente permita que ante la diferencia se busquen acuerdos a través de diálogos constructivos que permitan que el país encuentre su camino hacia la reconciliación y por ende hacia un progreso equitativo en el que todos puedan ser beneficiarios de la justicia social.

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