MÉDICOS Y PERSONAL SANITARIO, EJEMPLOS DE MISERICORDIA

7 julio 2021 10:53 pm

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María Nelly Vanegas Agudelo

El médico es el profesional que trata de mantener y /o recuperar, aún en condiciones adversas, el bienestar corporal de las personas, para ello, busca dar respuestas rápidas sobre problemas de salud a través de decisiones tomadas, muchas veces en condiciones de incertidumbre.

Cuenta la historia que el dios más célebre de Grecia, vivió en el siglo XV a. de C. y se llamó Asclepios para los griegos y Esculapio para los romanos. Fue considerado protector de la salud y por lo tanto el dios de la medicina.

Congruente con lo que representaba no se le conocieron vicios y fue ejemplo de conducta intachable, como corresponde a los profesionales de la salud.

Hipócrates consideraba que un médico tenía que ser reflexivo, estudioso, objetivo, piadoso, virtuoso, líder, abnegado, discreto, respetuoso de la naturaleza y su divinidad y, por sobre todo, con un importante sentimiento de “amor al hombre”.

Así, teniendo en cuenta esas características, sostenía que: "El médico pocas veces cura, algunas alivia, pero siempre debe consolar."

Señalaba además, que la labor del médico es exigente, pues él se debe a sus pacientes y por ello, el llamado padre de la medicina, sostenía que el profesional de la salud tenía que renunciar a la vida privada.

Mientras que hoy en día, la mayoría de los ciudadanos pueden, terminada la jornada de trabajo, recogerse en su hogar; no así el facultativo, quien debe estar siempre dispuesto para todos de día y de noche. Sus jornadas son agotadoras.

Pero no solo los médicos deben batallar por la salud de todos, sino también el personal agregado a la salud, como conductores de ambulancias, camilleros, trasportadores de oxígeno, de vacunas, personal de limpieza y desinfección, porteros, es decir, una red de individuos que hacen posible la lucha contra la pandemia, todos dignos de admiración.

Ellos arriesgan cada día su vida por salvar otras; cada jornada, este personal sanitario se enfrenta a la muerte y regresan a sus casas tensos, necesitados de un abrazo que no pueden recibir por el miedo al contagio; han estado expuestos todo el tiempo, se enfrentan cada minuto a la muerte y luchan contra ella.

No solo luchan para mantener la salud del cuerpo, también tienen que dar asistencia a las necesidades emocionales de los pacientes, acompañarlos y confortarlos en el dolor, ayudarlos a enfrenar sus miedos, su soledad; ser familia, porque las propias no pueden estar cerca, en una palabra, contenerlos emocionalmente cuando a ellos nadie los contiene.

El médico es tocado afectivamente al enfrentar la realidad dolorosa del enfermo, sobre todo, si se considera la situación de la mayoría de los centros hospitalarios donde al dolor propio de la enfermedad se agregan factores sociales, económicos y culturales que también son fuente de sufrimiento.

Todo ello genera una sobrecarga emocional que puede llevar a la aparición del síndrome de burnout o síndrome de desgaste profesional del personal sanitario, que perturba el equilibrio psíquico de los mismos.

El sacrificio del personal de salud exige que las personas del común asuman responsabilidades frente a los cuidados que deben tener en lo que respecta a las medidas de protección. Esto evitará sobrecargos en el trabajo sanitario, que de por si es agotador, por lo que conlleva.

Exige que el gobierno vaya pensando en políticas públicas, encaminadas al mejoramiento de hospitales y la red de salud en cuanto a dotación, espacio y condiciones, que a futuro no lleven a la improvisación y que generen para el personal de la salud mejores condiciones.

Y es que el personal sanitario se enfrenta también con sus propios miedos y su angustia ante la muerte; sin embargo, los sobrevivientes del Covid cuentan que quienes los han atendido en momentos tan críticos ,son muy empáticos, a costa de su propia salud emocional, dando lugar a un compromiso vincular.

El Homo patiens o doliente del que hablaba Víctor Frank, es el médico que ante el enfermo sin posibilidad de mejoría lo acompaña, se da el tiempo de escucharlo y se interesa por las circunstancias que lo rodean.

En esta pandemia se han reconocido muchos hombres dolientes que trascienden a su propio sufrimiento para acompañar al otro, que viven los valores humanos de la caridad, la solidaridad y la compasión; en una palabra, el amor verdadero enseñado por el mártir del Gólgota. Son ellos los pertenecientes a los servicios de salud.

 

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