María Nelly Vanegas Agudelo
De acuerdo al diccionario, la personalidad es el conjunto de rasgos y cualidades que configuran la manera de ser de una persona y la diferencian de las demás.
Los griegos utilizaban máscaras cubriendo sus rostros como una manera de asumir diferentes personalidades dentro de una misma persona.
Después de ellos y antes que la Psicología se desarrollara como ciencia, muchos escritores delinearon a través de sus textos la personalidad de varios de sus protagonistas, entre ellos Dostoyevski, quien magistralmente describió el ser humano en sus profundidades.
La Psicología posteriormente va a estudiarla, definirla y describirla, desarrollando teorías que intentan explicar cómo se constituye; a la vez, que diseña estrategias para su evaluación, medición e interpretación.
Las distintas corrientes de la Psicología y el Psicoanálisis, abordan el tema de manera diferente, haciendo algunas, énfasis en rasgos y otras, en características que dan explicaciones sobre cómo se desarrolla y qué la compone, explicando así el comportamiento.
Dos términos dan sustento al concepto de personalidad: el temperamento y el carácter, sin embargo, la personalidad no solo se ha entendido a partir de los dos conceptos anteriores sino también, desde lo genético. La estructura de personalidad es permanente, continua y particular a lo largo de los años.
Cicerón (106-43, citado por Cerdá, 1985), enfoca la personalidad desde cuatro significados, dos que para el artículo parecen más pertinentes: la forma en cómo un individuo aparece frente a las demás personas y el conjunto de cualidades que comprenden al individuo.
El reality, es un juego en el que a través de nuevas experiencias se aprende a través de aciertos y errores, de aplicar conocimientos y de resolver problemas.
Los juegos grupales promueven la comunicación, la cohesión y la confianza, teniendo en su base la idea de aceptarse, cooperar y compartir.
Han sido muchos los investigadores que han llamado la atención sobre las estrechas conexiones entre el juego y la creatividad.
Para Winnicott, el juego es la primera actividad creadora. Vygotsky, sugirió que la imaginación nace en el juego. Vygotsky plantea que el juego crea áreas de desarrollo potencial en el cual se utilizan recursos más evolucionados que en otro tipo de actividad.
El juego es parte fundamental de la vida de un ser humano, es hacer algo que produce placer sólo por el reto que entraña, por la alegría que procura; promueve la sociabilidad y la creatividad importante para la salud física y mental.
Todo lo anterior, para contextualizar comportamientos y actitudes que muestran las personas en los realities, en este caso Master Chef Colombia, programa ameno con buenos y adecuados conductores que con el paso del tiempo y la experiencia saben cómo decir a los concursantes con tacto y humor, que el plato preparado no llena los requisitos o simplemente comunicarles que deben abandonar el programa.
El evento está diseñado para entretener, enseñar y generar creatividad no solo en los participantes, sino en los espectadores, que al igual que los concursantes que suben al balcón le apuestan a otros ingredientes que, la imaginación y el conocimiento les dicta.
El reality en mención es instructivo y cuando los concursantes han revelado su mejor máscara, es muy entretenido; sin embargo, en algunos capítulos, algunos participantes han mostrado actitudes que dejan mucho que pensar y que son cuestionables.
Los participantes no son adolescentes sino personas hechas y derechas, con una personalidad ya estructurada en la que el carácter debe controlar el temperamento, más en personas que son madres y cuyos hijos posiblemente las están viendo expectantes y orgullosos.
En un comienzo, los integrantes se mostraron cautos, cual niños chiquitos que empiezan a explorar la situación, pero a medida que ha avanzado el programa, algunas empezaron a mostrar actitudes frente a los compañeros y en especial frente a las compañeras que desdice mucho de ellas.
Conductas como la crítica odiosa, la rivalidad mal entendida acompañada de actitudes, comentarios y gestos desobligantes que muestran, no una sana competencia, sino mala leche hacia el rival; dejan ver características de un temperamento impulsivo e instintivo de la personalidad y es lamentable que precisamente sean las mujeres quienes actúen así hacia sus congéneres.
Los hombres, hay que reconocerlo, manejan el fracaso y la derrota en el juego con sentido del humor, son más respetuosos en el juego aunque no de las reglas del mismo.
Las mujeres tienden a ser más cerradas hacia los desconocidos y asumen actitudes de rechazo a través de comportamientos que son censurables. Hay que entender que competir no significa usar críticas que lastimen al otro por su condición o desempeño, menos en un espectáculo público.
Tampoco se deben brincar las reglas, es poco ético. Los juegos las tienen, unas implícitas y otras explicitas; ambas deben ser respetadas. Tomar las cosas en beneficio propio saltándose a los demás es algo así como “abran paso que aquí voy yo”.
Recibir ayuda para la preparación casi total de un plato es como recibirla en un examen. Hacer comentarios respecto a la propia actuación mostrando arrogancia mediante frases que más parecen a las utilizadas hace años por boxeadores cuando iban a subir al ring, deja ver una personalidad extremadamente competitiva y egocéntrica.
Es importante que revisemos nuestras actitudes hacia los demás y que le demos una pulidita a la personalidad mediante el fortalecimiento del carácter para que aplaque al temperamento. El mundo necesita mejores relaciones y el juego es una oportunidad de aprendizaje.