En mi precoz niñez escuché decir a los adultos que ser artista requería de sangre sudor y lagrimas. Que el arte me ha dado muchas recompensas es indudable, el poder relacionarme con mis pares, viajar por el mundo, coleccionar, encontrar mi razón de ser y también sufrir miserablemente. De vuelta en Colombia veo que la cultura está en un desdichado olvido. La corrupción clientelista ahogo a Armenia en obras de arte públicas que no fueron sometidas al debido proceso de licitación, dejando a reconocidos artistas locales sin poder participar y sin la debida curaduría profesional que interpretase las necesidades culturales de la ciudad. Y es que cada vez el arte se volvió un negocio de lucrar con el erario, todos menos el artista, e instalar obras que no tienen los valores estéticos requeridos por nuestra gente, que poco entienden de arte, ocupados con el diario rebusque y la enorme carga tributaria, pero que si comprenden de belleza y armonía, obras que solo contribuyen a que la gente se rasque la cabeza, o por el contrario con figuras de imaginarios costeños vergonzosamente intervenidos y “actualizados regionalmente “con canasta y mariposa.
Tengo una teoría, con el enquistado clientelismo, lentamente las posiciones de cultura fueron ocupadas por personas literatas en las artes, sin entendimiento de la movida local, sin interés en proyectar a los artistas regionales y al Quindío como un paraíso cultural y turístico. Es con vergüenza ver a titulares de entidades culturales sin conocimiento de nuestros artistas locales y de las artes en general, con falta de gestión ante los ministerios pero sobre todo de pura y llana visión.
Veo ciudades hermanas como Pereira y Manizales brillar con luz propia en el duro y monopolizado escenario del arte nacional, eso daría para un libro. Pereira la primera ciudad intermedia con un salón de artistas nacional ¿y nosotros qué? reconozco que me siento hervir. Nuestro museo en deplorable olvido burocrático cuya entrada parece un capitulo del infierno de Dante, ¿si no fuese por su aguerrida directora estaría muerto hace rato, teatro público de la ciudad? no me hagan reír ni planes hay, las “intervenciones” a la plazoleta del Bolívar y al parque Fundadores son nada más que detrimento patrimonial y ahora les dio por pintar de dorado a los pocos monumentos de bronce que tenemos, con razón el Lincoln del parque el Bosque parece más desorbitado que de costumbre, ni hablar de Cielos Abiertos, pero los de Beirut porque parece que cayeron mil bombas , cuánto ¿cuesta un jardinero? es pura y sencilla desidia, me aterro de la falta de ética de los que nos gobiernan, ¿cuando van a sus trabajos no ven que todo se cae a pedazos?
Estas administraciones cada vez más removidas de nuestras carencias culturales, no saben que las artes generan billete y que con buena gestión se podrían sustentar a los artistas que sobreviven, precariamente, con becas, eventos, carnavales, bienales, etc. Una situación gana y gana, culturizamos a todo el mundo empezando por los jóvenes pero quizás a los mas majaderos y tercos que son los adultos y a las entidades en las que parece que la cultura solo pasa una vez al año y que se resume a desfiles, chapoleras y jipaos y a discutir cual gentilicio tenemos y eso después de 128 años. Las administraciones nacionales y locales están en deuda con las artes.