Como ciudadano del mundo, he sido testigo de primera mano de eventos mundiales de gran magnitud, tragedias, triunfos, desastres naturales y humanos. Desde lo más magnánimo de la naturaleza humana, hasta lo más ruin de la política.
Diría uno que se perdería la capacidad de horrorizarse ante la escalada gigantesca de la perdida de los valores de la sociedad, de las dantescas guerras y el total desprecio por la vida humana y por el medio ambiente. Por la clara manipulación de elecciones, como las de Venezuela. Pero también pasó en el magnánimo U.S.A, cuando los colegios daban por ganador al candidato Al Gore (D) de repente el colegio del estado de Florida, a las 11:00 p. m. cambió sus votos a favor del candidato Bush (R). ¿Adivinen quien era el gobernador de la Florida? Jeff Bush. El hermanito menor de George W. Bush. -Pobre humanidad, y pobre U.S.A. el peor y más nefasto presidente, malísimo para el mundo, recuerden el petróleo a más de 100 dólares barril, la crisis económica mundial, de la que todavía no nos recuperamos-. Bueno, hasta que llegó la diva Donald Trump.
Es verdad que cada país se merece el presidente que escoge. Los gringos son en su mayoría personas con pocos estudios y grandes dosis de racismo y xenofobia. Ese cuento americano de la libertad y el progreso, “el sueño americano” es eso, puro cuento. Existen varias USA. La blanca, la negra, la latina, ninguna muy buena, por su segregación cultural y económica. Los blancos republicanos no dejaran su poder aunque eso signifique a un Donald Trump presidente -títere- con poco poder ejecutivo, pero que con masiva influencia comunicacional, distrae de los verdaderos escándalos a través de twitter, muy al estilo de su más parecido sui géneris local, nuestro rey del teflón, Álvaro Uribe.
Nuestro caudillo mesiánico local, nuestro “padrino” tiene tanto poder que son prácticamente 20 años de sus políticas, de sus candidatos, de sus lapsus internacionales y sobre todo, la manera oscura de manejar al país para su beneficio y el de sus amigos, mientras todo se derrumba, crea fantasmas inexistentes y nos llena de temor y odio. Pero acá está, con sus 7.500.000 votos sólidos que lo acompañan por más de una década, por eso se puede dar el lujo de posicionar a un desconocido como Duque -aunque sabemos qué hubo de todo, compra de votos y fraudes. A mi mamá que siempre ha votado en Armenia, le apareció registrada en Bogotá y no pudo votar. Baia, baia.
Vote en la Universidad del Quindío, por mera curiosidad me quede observando la multitud, me sorprendió ver tantos adultos mayores y cuando digo mayores es que estaban casi del otro lado, siempre “acompañados”.
Ya sabíamos que en primera vuelta quedaba Duque, ni mas faltaba, después de tanto empeño del patrón, que ni al congreso volvió a trabajar -y eso que es ilegal hacer proselitismo en campaña-, Fajardo fue la sorpresa en esta ocasión aprendió que cualquier votico cuenta y esos 300 mil de Humberto lo hubiesen puesto en segunda ronda, como matemático debería restar a su ego y sumar en coaliciones. Perdió Colombia.
Petro. Petro. Petro. No sé qué decir, leo sus propuestas y son las más certeras, las más modernas, tienen todo el sentido del mundo, sus cátedras de historia son maravillosas. Pero cuando le veo esa prepotencia, esa manera displicente de hablar y dividir, dudo de sus cualidades de estadista, pues pienso que es momento de acercarnos a un punto medio de las visiones, que fueron las que ultimadamente mostraron que son las del voto de opinión, gran ganador de estas elecciones, así como la absoluta derrota de las maquinarias delfínicas -no todas porque ahora en segunda vuelta reviven las mas caníbales.
Momento coyuntural para Colombia.
Vote sin miedo.