Hace mucho tiempo que me di cuenta que el polo cultural de la Estación estaba destinado a una muerte agónica y lenta. No fue solo la horrenda intervención a la biblioteca que empezó mal, las administraciones de poco lustre a todo nivel, la corrupción, el clientelismo y todos los monstruos que se compaginaron como una tormenta perfecta sobre lo que hubiese podido ser a traves de su gentrificación, el verdadero renacer de las artes en la ciudad.
Fue obvio para la gran mayoría que ese proyecto estaba teñido por la corrupción de la alcaldía pasada y que fue usado de muleta y leverage por el exalcalde preso Morales. Mientras len Armenia veíamos como todo el multimillonario erario se esfumaba en intervenciones a parques y espacio públicos que quedaban peor que antes.
Con el estupor y la indolencia típica de los armenios, la ciudad y todo a su alrededor, se fue convirtiendo en un elefante blanco.
Metafórica y literalmente, con la ayuda de Claudia López y Jaime Martínez, visibilizamos el horrible estado de la estación, con la presencia de una donación al hueco de una escultura de un “elefante blanco”. Pero paso bajo el radar de la indolencia, rayana ya, con la indecencia ciudadana que en medio del estupor electoral prefirió hacer oídos ciegos a la verdad pues empañaba la imagen de Luz Piedad Valencia.
Pasaron los años y finalmente vimos el producto de este carroñaje, creció el hueco de la estación, como funesta premonición de entierro prematuro.
Los artistas claro que gritamos y lloramos y hacemos todo lo posible, es que alguno de la alcaldía no se pasa por el MAQUI y entiende la desazón de ver la ruptura de la fabrica social de un tesoro del arte y la cultura como lo es nuestro museo.
Este sábado, bajo la dirección del artista Manrique –Boeppler y la directora del MAQUI María Cristina Mejía, realizamos entre muchos artistas de variados géneros, una protesta que se llamó el “Hueco Infame”. Accedimos al funesto hueco a través de una precaria escalera que solo dejaba entrever la profundidad del hueco, ya totalmente reclamado por la flora y fauna local, incluidos en su mayoría drogadictos, prostitutas y habitantes de la calle.
“Réquiem por una ciudad en útero”, se llamó mi intervención, que pensando en este barato carnaval en el que se volvió el Quindío y Armenia, quise que representase, con bolsas de basura y cosas recicladas in situ, una figura femenina, travestida en sus emociones, en espera de un proyecto de ciudad que se quedo en pueblo.
Que triste fue estar allá, en medio de tanta basura, en medio de tanta avaricia y desidia. Mi novia triste del hueco se transformaba en plañidera y después en viuda.
Pagamos todos, y es mi más sincero deseo que el proyecto cultural despegase, por el bien de los armenios, que cada día aman menos a su tierra, porque siguen el espantoso ejemplo de quienes nos han gobernado por décadas.
Mi réquiem es ahora un cuerpo que se camufla con la basura.
Pereira, con sus jirafas fleteadas por ellos mismos para su exclusivo parque Ukumari, ahora empiezan el cable aéreo, y plantarán 50,000 nuevos árboles y zonas verdes-ya llevan la mitad- .Devuelven dinero de valorización. Renuevan aeropuerto. Renuevan al director de la cámara de comercio.etc.etc.
Mientras acá intereses oscuros pretenden” cementar”, tanto su poder, a través de esta burla a los armenios de parte del gobernador Buriticá, con la no escogencia de la terna y su teátrica dilación de los tiempos y poder finalizar el macabro proyecto de la centenario. Ahogados entre aguacate hass y cemento, los armenios no damos más, impuesto sobre impuesto, el agua cada vez más mala, las vías rotas, la anarquía reina total. Mientras nos conducen al matadero como a borregos en misa.
Que mal nos salió la cura, del cura.