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Ocurrió en Tailandia

11 junio 2024 1:40 am
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Lisandro Duque Naranjo

 

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En 2021, cuando un grupo de colombianos mercenarios asesinaron al presidente de Haití en su propia casa y fueron capturados al poco tiempo, algunos sectores políticos de acá pidieron al Gobierno Duque algún acto de presencia o un mínimo de solidaridad con los autores de ese crimen. No sé si finalmente el Gobierno satisfizo ese pedido, pues por las señas el grupo de criminales estaba bajo la jefatura de poderes extranjeros y en esos casos no corresponde o es contraproducente ejercer cualquier acción solidaria.

Recientemente, en el caso de Edwin Arrieta, cirujano plástico de Lorica asesinado y descuartizado en Tailandia por el español Daniel Sancho, vi por las redes sociales al abogado de la familia Arrieta, Juango Ospina, nacido en Colombia, pedir solidaridad para solucionarle a Darling Arrieta, hermana de la víctima, el tema de la visa a Tailandia, donde sería el juicio, a efecto de prestar testimonio. La reputación de su hermano estaba siendo desguazada por los programas del corazón españoles en mayor medida que lo que había hecho con su cuerpo el asesino Sancho: que habría sido narcotraficante del cartel de Pablo Escobar (o sea, a los 14 años), que después habría participado en trata de niños, etc., generándole una imagen tan espantosa, casi para dar a entender que Sancho lo que le hizo fue un favor a la humanidad. Pero nadie la ayudó y Darling tuvo que quedarse en Madrid resignándose a que el poder del dinero de los Sancho haga de las suyas en Tailandia. Rodolfo Sancho, el padre del asesino, llevó testigos y periodistas escandalosos para intentar consumar la falsa verdad de que el muerto se merecía su suerte. Incluso dio una entrevista para una serie de HBO Max en la que se refería a Arrieta como “ese tipo”. Por fortuna, algunos influencers españoles tomaron como suya la causa y reivindicaron la memoria de la víctima, entrevistando a amigos de Arrieta y más o menos resarciéndole la justeza de su vida.

Yo de patriotero no tengo nada, pero aun así me inflamaba de indignación oyendo a algunos abogados y periodistas españoles decir, por ejemplo, que como el muerto era de Colombia, qué más podíamos esperar de él. Por supuesto, el asesino es un macancán guapo, tarambanas, bueno para nada, al que con razón la familia quiere salvar de la pena de muerte. Pero tanto como sacarlo del lío con dos años de prisión si mucho, tampoco, tampoco…

***

Piedad Bonnett. Hay premios otorgados a ciertas personas de las que uno piensa que ya se los habían concedido. Es el caso del Premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía que acaban de adjudicarle a Piedad Bonnett. Esta poeta, escritora y columnista de El Espectador forma parte de la minoría literaria distinguible hace rato ya. Es un referente de la buena escritura aun para aquellos que no la han leído lo suficiente y que van a aprovechar el premio para echarle una relectura más gozosa. Mis parabienes a esta ciudadana de las letras. Cuando uno la pilla de casualidad en una entrevista, se acomoda bien para escucharla por lo juiciosa y entendida en sus saberes. Mis felicitaciones y un fragmento diminuto de su vasta obra, agarrado al azar:

“Te ofrezco a cambio / todo el silencio que tu oído pide, / que tu corazón pide, / y de puntillas / salgo de ti. / (Yo, que siempre he creído en las palabras)”.

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