Por Johan Andrés Rodríguez Lugo
“Cuando te perdí,
Sentí un dolor
Sin ti a mi lado
No creí que pudiera sobrevivir,
Pero en las noches que pasé,
Tan preocupado por tu amor,
Vi tu error,
Me he sobrepuesto y
ya sin ti aprendí a vivir”
(1)
Han pasado cinco años y una semana desde el 2 de octubre de 2016 y aún la plebitusa no termina. El trago amargo, el desaire, la desilusión y la rabia por los resultados que arrojó una votación totalmente innecesaria para un ejercicio gubernamental que se volvió el caballito de batalla de un gobierno que, al final, será mejor recordado que el actual. El error más grande, entre todos los errores del gobierno Santos, fue poner a sus gentes a decidir si querían o no la paz de Colombia. Un país con habitantes que no saben a quién creerle o para qué lado mirar; que vive en una polarización de décadas, mucho antes de los chulos, pájaros y contrachusmeros. Una realidad cotidiana que es la norma y la constante, y de la que salir será muy difícil, y eso que supuestamente estamos viviendo en la posguerra.
No sé si tuvimos razón quienes marchamos, visibilizamos y sufrimos ante el absurdo de tener que explicar que luego de más de 50 años era justo una paz, imperfecta, pero paz, al fin y al cabo, sobre todo para los otros, los que realmente han sufrido estas décadas, los que han puesto los muertos y la vida; los otros, los del otro lado, los que nos mostraba Eduardo Galeano en su poema cuando decía: “Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata”. Los números que hicieron que la gráfica final de la Registraduría mostrara un color diferente en el borde de Colombia, el otro país, el de fuera de nuestro territorio, fuera de nuestra cotidianidad de país centralista, porque ese otro centro que hizo campaña por el No y que vendió la idea de la entrega del país a un grupo armado diferente al que ellos, al parecer, manejan, no quería otra cosa que seguir en el poder, como están ahora y como lo han estado desde hace más de 100 años.
“Y me bebí tu recuerdo,
Para que jamás
Vuelva a lastimarme.
Y quiero que sepas
Que, aunque adolorido,
Hoy ni de tu nombre
Yo quiero acordarme”
(2)
El día siguiente al fatídico 2 de octubre de 2016 fue escandaloso, increíble y sorprendente; si bien sabemos lo que son capaz de hacer los miembros de aquel grupo para quedarse en el poder, la zozobra fue impresionante. Recordemos los titulares de los periódicos internacionales que resaltaban el absurdo de esta sociedad: COLOMBIA LE DIJO NO A LA PAZ. Y luego, el recuerdo de las expresiones usadas durante la campaña de negación: “Paz sí, pero no así”, porque ellos al final tenían razón, quieren paz, pero en sus formas, una paz silenciosa en donde nadie diga nada ni se cuestione ni se afane por nada. Esa paz de aceptar todo sin chistar porque nadie más que ellos tienen la razón, nadie más que ellos saben lo que necesitamos y nos conviene, y nadie más que ellos entienden que este país solo se arregla trabajando, trabajando y trabajando, pero para ellos y por ellos.
Los años pasarán, las formas de hacer política quizás no mejoren, las fake news se volverán realidad y la vida, sabemos, seguirá sin valer. Cada día queda claro, nuestra existencia no es relevante en un sistema que, como dijeron los cantantes: “está en contra del aborto y contra todos después de nacer”, además de esto, también está en contra de quienes se quieren ir voluntariamente, porque al parecer, en este país morir solo es permitido cuando se esperan medicamentos, comidas y ayudas, o cuando se habla muy duro en contra de ya saben quién. De resto, nadie puede dejar este sistema sin antes sufrir y rogar. Porque la pacificación vendrá solo con la bendición de las armas que ellos mismos quieren aprobar, para que nos defendamos de nosotros mismos, mientras luchamos entre nosotros mismos, por razones que ellos crearon y crean gracias a quienes votan por esas formas tan cotidianas pero desastrosas que nos tienen aquí, porque todo siempre ha sido igual… de mal.
“No lo puedo creer,
Que esto le esté pasando a usted,
Que después de tanto alarde,
Después de tantos desaires,
Seas tú quien tenga que volver.
Dime, ¿qué pasó?
¿Se varó el avión que te llevaba hacia el cielo?,
¿Qué hay de las promesas de tu niño bueno?,
Que dijo tener, para ti, un mundo entero”
(3)
Ese avión de promesas sobre salarios, impuestos y un país para todos está lejos de ser lo que hoy tenemos, tal vez no estemos en las manos del comunismo como se gritaba en las calles y en las marchas, tal vez el fantasma del castrochavismodelaizquierdanueva no era realidad, pero de todas formas ¿En dónde quedaron todas esas promesas que hicieron que tú, amigo, votaras por el No en el plebiscito?
Playlist
- Sobreviviré – Darío Gómez
- Me bebí tu recuerdo – Galy Galiano
- El Precio de tu error – Luis Alberto Posada