Johan Andrés Rodríguez Lugo
A continuación, no se usarán nombres propios, solo habrá referencias puntuales sobre lo ocurrido en el foro de candidatos a la Gobernación realizado en la Universidad La Gran Colombia, pero no se señalarán dolientes, no por miedo, sino porque es innecesario, a la hora del café pareciera que no hay diferencia entre uno, otro y otra. El camino hacia la Gobernación del Quindío sigue siendo una línea pedregosa con apenas ciertos instantes de pavimento, casi paupérrimo, como las vías terciarias del departamento. Se supone que todos saben y transitan y conocen. Se supone que serán elegidos para gobernar, para direccionar, para administrar, para gestionar. Se suponen muchas cosas, pero aún no hay claridad en el alcance del cargo o las posibilidades de lo que se podría lograr desde allí.
Lo primero es responder a esta frase que se volvió lugar común en muchos candidatos: “No necesitamos políticos, necesitamos buenos administradores de lo público”. Cómo es posible que, a estas alturas de la vida, del Quindío y del debate sigamos pensando que un cargo de dirección pública es simplemente una administración de recursos, por eso estamos como estamos y seguiremos como vamos de continuar con este pensamiento. Lo público tiene unas connotaciones específicas que requieren de análisis, evaluación y ejecución. Para administrar están los administradores, que en el Quindío se forman en 4 universidades, pero para gobernar se requiere de alguien consciente de las necesidades que tenga, eso sí, capacidad de delegar, no alardear de números y creer – seguir creyendo – que lo público se reduce a gastos, debe y haber.
Luego, tenemos este concepto de la transparencia: “Es que soy transparente”, “es que no tengo cola”, “es que he hecho una gestión intachable durante los periodos que he estado en lo público”, “es que no tengo maquinarias”, “es que soy independiente”, “es que sé de lo que hablo” y, sin embargo, al revisar los prontuarios se quedan cortos, unos por exceso de “experiencia y trasparencia” y los otros porque pareciera que no saben a dónde van a llegar. Yo sigo sin entender por qué muchos candidatos creen que nadie sabe quiénes son y pueden ir por ahí diciendo, contradiciendo y afirmando cosas que a la larga se caen por su propio peso. Señor candidato, señora candidata, existe el internet y las redes sociales, cuando van a los debates, ya muchos saben qué son, qué han hecho y, sobre todo, qué no han hecho. Propongan, aporten, cuestionen, pero no digan mentiras, no sean tan descarados.
El departamento está sobre diagnosticado, lo sabemos y lo saben, pero siguen insistiendo en que lo que necesitamos es desarrollo, que para algunos es cemento – todavía es cemento – para los otros es turismo, porque estos espacios hermosos no se pueden dejar quietos, y para otros es tecnología, innovación y cobertura de internet, pero no hay empleo, ni garantías, ni recursos. Se saben el presupuesto al derecho y al revés, pero no hay claridad en los alcances de inversión. Comprenden la necesidad de una nueva zona franca, pero han sido testigos de la ausencia de estrategias para que se queden las empresas y las inversiones. Reconocen la necesidad de las vías, pero han pertenecido a administraciones que han ignorado esto. ¿Cómo creer que lo que viene será distinto?, ¿No pues que ya tienen experiencia? De lo que no se ha hecho también nos acordamos.
La altura del debate viene dada con ideas, con propuestas, con estrategias, con formas, con información y datos, poco hubo de todo lo anterior. Se dedicaron a recitar promesas y hechos que se piensan ciertos, se dedicaron a señalar y a decir que son distintos, se dedicaron a contar lo que hicieron y a alardear de haberlo hecho muy bien, como si a los domicilios se les felicitara por llegar a tiempo. Siento que hemos perdido el concepto del funcionario público que está en su cargo para servir, no para que le sirvan. Hace mucho, en el Quindío, no hay una discusión a la altura de las necesidades, a pesar, pues, de que la mayoría de los candidatos tienen pregrados, maestrías y especializaciones. ¿Será que la experiencia en la administración pública les hizo olvidar la disciplina académica del contraste y la investigación?
Son 7 los candidatos a gobernación: seis hombres y una mujer. De estos solo asistieron 6 al debate. De los que asistieron 2 fueron alcaldes, uno excongresista y los demás académicos o funcionarios públicos. Pareciera que hay experiencia y se esperaría poder afirmar que quien quede lo hará bien, pero realmente me quedan muchas dudas, no sentí un concepto real dentro de las campañas. No vi una ideología específica sobre el Quindío, más allá del cliché de la amabilidad, la resiliencia y el emprenderismo. No hay propuestas tangibles, solo hay promesas de lo bueno que será invertir en educación, deporte y cultura, pero es claro que cuando se ha tenido la oportunidad pocos la han aprovechado para gestionar lo que prometen ahora gestionar. Las ideas y proyectos quedaron, quizás, guardados en sus planes de gobierno, espero, porque dentro del foro, a pesar de los espacios distintos a las preguntas preparadas, ninguno aprovechó para venderse concretamente como la mejor opción.
Quizás sea porque es el primer foro real en donde se encuentran y se miden las propuestas. Pensaré que aún, con las 3 semanas que quedan de campaña, habrá más espacios donde realmente los candidatos se luzcan y muestren lo que pareciera que tienen. De seguir en la misma tónica que se tuvo en el foro, quizás el fenómeno del voto en blanco llegue a las elecciones de gobernación. Aunque es poco probable, ya sabemos la división que existe en las administraciones con respecto al futuro del cargo, no es un misterio cómo se ha divido el departamento en las castas que mantienen el poder y aunque de eso no se hable mucho, los tintiaderos del centro son testigos de esa frase de antaño que se sigue aplicando concretamente: “Que todo cambie para que nada cambie”.
¡Salve tierra de pioneros, y de arrieros y del sol!, ¡Salve casta del abuelo que sembró su corazón!