Por Jhon Jairo Salinas
La política en Colombia, noble e injusta se ha vuelto un juego de poder y corrupción. Los intereses mezquinos de una gran mayoría de líderes políticos hacen que dejen de lado el bienestar del pueblo.
Las palabras ya no tienen valor, las promesas se rompen con facilidad. Los ciudadanos ya no confían en aquellos políticos que deberían representarlos, pero igual votan por ellos como borregos vendados. Las campañas políticas son un espectáculo circense. Son un desfile de titiriteros y marionetas. Sí, puros engaños.
El dinero fluye sin control, comprando votos y favores. La justicia es ciega, sorda y muda; los culpables se escapan impunes. La impunidad es la norma, y la verdad se pierde en la oscuridad.
La política en Colombia se ha degradado. Como decía el pensador uruguayo, Eduardo Galeano: Los mercenarios políticos son como plagas que socavan los cimientos de la sociedad. Es lo que son en su mayoría en Colombia, ¡mercenarios!
Hoy, la política en nuestro país del Sagrado Corazón de Jesús sigue siendo un mar de mentiras. Nadie sabe hacia dónde nos lleva, pero todos siguen la corriente que se eleva. La mayoría de los partidos políticos son como las cuevas de Alí Baba, que van navegando con el timón del robo. Y, los ciudadanos son peces sin voz, que nadan en círculos sin saber por qué, en este océano de mentiras…
La democracia en Colombia, una vez más se corroe por la codicia y la desigualdad. Los intereses de unos pocos prevalecen sobre los derechos del pueblo, y la voz de la mayoría se ve silenciada. Los líderes políticos han perdido su compromiso con la transparencia. Se han convertido en una moneda de cambio.
El sistema electoral es un monumento a las prácticas fraudulentas, la confianza en las instituciones se desvanece. La libertad de expresión es amenazada y censurada y aquellos que critican son perseguidos y difamados.
El respeto por los derechos humanos se debilita y la impunidad se convierte en norma. La democracia en Colombia se encuentra degradada, pero aún podemos resistir y luchar por su restauración, si es que hay ¡voluntad del pueblo!
Desafortunadamente en esta contienda electoral se reelegirá la corrupción y se seguirá extendiendo como una plaga que carcome las bases de la sociedad. Los sobornos, el nepotismo y el desvío de los fondos públicos seguirán siendo las prácticas recurrentes. La impunidad seguirá prevaleciendo y los culpables rara vez enfrentarán las consecuencias. Es urgente erradicar la lacra politiquería para así construir un futuro justo y transparente en una república banana llamada Colombia…
Reflexión: ¡Oh!, este sistema perfecto donde todos tienen voz y voto en el sanedrín de la farsa democracia. Siempre estarán dispuestos a conformarse con las migajas que les tiran los señores ilustres de la política…
¡Ah, qué maravilla de democracia!