Occidente, Irán y las guerras híbridas

4 enero 2018 4:13 am

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Los conflictos que vive el mundo, no son tan diferentes en su naturaleza o actores a los del pasado. No es tan obvia la afirmación de los estudiosos de las guerras contemporáneas, como por ejemplo la politóloga británica Mary Kaldor, de que la forma y las características de la conflictividad actual son nuevas y propias de nuestra época. Kaldor plantea, con su concepto de nuevas guerras, que la proliferación de actores privados o no estatales, y el contexto mismo de la globalización, las distinguen de las de los siglos precedentes. La confrontación de los últimos días entre Israel y Palestina, luego de que miembros de la organización terrorista Hamas lanzaran misiles sobre territorio israelí, con la esperada reacción por parte de su eterno enemigo, es típica de los tiempos que corren y encaja dentro de lo que se consideraría una nueva guerra, por darse entre un Estado y un grupo irregular.

Sin embargo, en la Antigüedad ya había situaciones similares, como en el caso de los imperios Romano y Ateniense: la violencia urbana organizada era muy común y grupos de guerreros y saqueadores ponían en jaque la seguridad de las dos mayores metrópolis del mundo clásico. Los incendios, intentos de golpes de Estado, protestas callejeras y ataques contra acueductos y edificios públicos, eran frecuentes y podían causar mayor inestabilidad que un conflicto de años contra otras ciudades Estado. Además, en el sentido amplio de la palabra, el mundo de los siglos V y IV a.C. también vivía su propia globalización, con un intenso comercio entre Atenas, Persia, Cartago, Esparta y Roma, en el Mediterráneo.

En Irán, un estado clave en el escenario estratégico de Medio Oriente y Asia Central, las manifestaciones ciudadanas contra el régimen teocrático llevan varios días y parecen haberse iniciado de forma espontánea. El televidente o internauta ven la noticia suponiendo que se trata de más de lo mismo en un mundo agitado, y siguen navegando o pasando canales. Pero una observación atenta de los hechos, puede conducir a una visión amplia de la realidad de los conflictos: en un momento de convulsión entre Occidente e Irán, al tiempo que se reanudan los choques entre Israel y Palestina, adquieren importancia distintas maneras de hacer la guerra, que no implican el uso directo de la fuerza, con una intervención militar o el empleo de armas de destrucción masiva. La guerra híbrida, que combina diversas tácticas políticas, civiles, mediáticas y por supuesto militares, es la que sucede hoy.

En un plano, Estados Unidos, Irán y la Unión Europea, mantienen un pulso por el programa nuclear iraní y han llegado a acuerdos que restablecieron el intercambio comercial con ese país. En un segundo plano se enfrentan a través de ciberataques, como el del famoso virus Stuxnet, en 2010, utilizado por Estados Unidos e Israel para destruir mil centrifugadoras de enriquecimiento de uranio, y por su parte, Irán lanza cada día ataques virtuales contra empresas y agencias gubernamentales estadounidenses. Así mismo actúan China, Arabia Saudita, Rusia e India. Y en un tercer plano, el apoyo a movimientos de protesta en países gobernados por regímenes autoritarios, o en democracias débiles, se ha convertido en un medio expedito para hacer la guerra a bajo costo. Han cambiado el contexto y los medios, aunque los escenarios se mantienen y pervive la razón principal: la búsqueda del poder y la hegemonía por las grandes potencias.

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