Italia ha celebrado sus elecciones parlamentarias este domingo cuatro de Marzo, confirmando el principio del fin para el bipartidismo tradicional, no solo en el país, sino en toda la Unión Europea y las democracias occidentales, con excepción de los Estados Unidos. El Movimiento Cinco Estrellas, autodenominado como libre asociación de ciudadanos, obtuvo la mayor votación en la Cámara de Diputados y en el Senado, consiguiendo el 32,7% de los escaños, esto es, la tercera parte de las dos cámaras, superando a la coalición de centro izquierda que lidera el Partido Democrático de Mateo Renzi, y a la coalición de centro derecha, donde el exprimer ministro Silvio Berlusconi es la figura de mayor peso. Ninguno logró la mayoría necesaria para gobernar en solitario: 316 diputados, de modo que las formaciones dominantes deberán llegar a acuerdos para dar estabilidad al sistema. Pero el hecho sorprendente, como lo destaca el líder de M5S, Beppe Grillo, es que se trata de un resultado apoteósico para una organización antiestablecimiento, que desde su fundación se ha opuesto a la idea de negociar con los partidos políticos.
Es una paradoja que la cuna de los principios republicanos y de grandes desarrollos políticos en los últimos dos mil quinientos años, como el imperio de la ley, la separación de poderes y la extensión de los derechos civiles y políticos desde los patricios a los plebeyos, se encuentre desde hace tiempo en crisis. La corrupción burocrática, los abusos de poder, la penetración de la mafia en cada espacio del Estado y la ineficacia del gobierno, ubican a Italia en la posición 60 en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional del año 2016, solo superando a Grecia y siendo el segundo país menos transparente de la Unión Europea. Ésta y otras situaciones le han dado la victoria al Movimiento Cinco Estrellas, resuelto a cambiar el rumbo de Italia.
Sin embargo, el caso italiano no es único y actualmente pueden encontrarse decenas de ejemplos en el contexto europeo, de descontento de los ciudadanos ante la clase política y sus excesos. En España, todos los sondeos de opinión y las encuestas de intención de voto para las elecciones generales de finales de 2019, confirman la tendencia ascendente del muy joven partido Ciudadanos (C’s), de centro derecha, y lo sitúan como el favorito para alcanzar la presidencia del Gobierno y la mayoría en el Congreso de los Diputados. Con un promedio de 28%, Ciudadanos sería la fuerza más votada, mientras que el PSOE y el Partido Popular, alternados en el poder desde la transición de 1978, pasarían al segundo y tercer lugar, respectivamente. Y Podemos, el partido que en 2015 amenazaba con desestabilizar el sistema, pasaría al cuarto lugar de las preferencias, con alrededor del 17%.
Albert Rivera, la estrella de Ciudadanos, ha manifestado que la democracia liberal está evolucionando y que, en sintonía con Italia, España necesita nuevos liderazgos que emprendan reformas y promuevan el debate sobre los más graves problemas que aquejan a sus países, como el estancamiento económico, la sostenibilidad del sistema pensional o la bomba de la crisis migratoria. Los nuevos partidos políticos son percibidos por las élites como una amenaza a la tranquilidad de las sociedades abiertas, pero posiblemente terminen convirtiéndose en una parte fundamental de las soluciones que demanda el electorado, y en la renovación que tanto se reclama de los poderes establecidos.