domingo 22 Jun 2025
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Trump en la ONU: venciendo a los globalistas

27 septiembre 2018 1:35 am
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Esta semana se celebró la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, como cada año, en Nueva York. Aunque los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas o en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, dan cuenta de un orden internacional liberal, fundado en la igualdad de las naciones, la realidad inescapable es que el escenario actual se caracteriza por la hegemonía y las relaciones de jerarquía que ésta termina dictando. Esto es, el poder estructural de los estados y sus capacidades comprobadas, son las condiciones necesarias para la posición de cada uno en la interacción con los otros.

Así, es fácil comprender que en las grandes conferencias globales, como la Asamblea General o el Foro Económico Mundial, por ejemplo, siempre haya protagonistas, actores de peso que se proyectan más allá de sus regiones y modifican el entorno circundante, bien sea mediante el recurso a la guerra o a la cooperación. Ésta es la razón por la cual Estados Unidos, Rusia, China, Irán, Alemania, Francia y algunas economías emergentes, tienen mayor figuración que otros en espacios de discusión y deliberación. Si la igualdad entre las naciones fuera cierta, los presidentes de Guinea Ecuatorial o Turkmenistán recibirían tanta o más atención que Donald Trump y Emmanuel Macron. Lo mismo puede pensarse de una comparación entre el presidente Iván Duque, de Colombia, y David Granger, el de Guyana. Con toda seguridad, la intervención de Duque el 26 de Septiembre puede ser más relevante que la de Granger.

Pero si continuamos con la hegemonía como hilo conductor de las relaciones internacionales, los Estados Unidos tendrán todas las veces el papel estelar, con Trump o con cualquier otro jefe de Estado, con distancia astronómica frente a todos los demás. La intervención de Donald Trump, el martes 25, fue la de mayor audiencia en todo el planeta, como era de esperarse. Su discurso estuvo marcado por un tono nacionalista (en palabras de Curt Mills, analista de la revista The National Interest), destacando primero los logros de su administración en estos dos años, principalmente en materia económica, con un índice de desempleo de 3,9%, el más bajo en casi treinta años. Y luego, reiterando su posición frente al gran desafío que la crisis migratoria supone para Occidente, dejando claro que no apoya las medidas emprendidas por los globalistas en este aspecto, pues confía más en la soberanía de cada estado y, por supuesto, en la de los Estados Unidos, que en lo establecido por “un cuerpo internacional, que no rinde cuentas ante nuestros ciudadanos”.

Según lo interpreta el analista estadounidense Robert Kagan, esas declaraciones representan la esencia del America First (América Primero, o Estados Unidos Primero), eje del discurso de Trump, en contraste con la agenda globalista impulsada por Barack Obama durante ocho años, que restó liderazgo y poder de influencia al país. No obstante, Trump también reservó espacio para lanzar advertencias a sus rivales, resaltando al mismo tiempo los avances en el diálogo con Corea del Norte, de la misma forma que aplaudió a Polonia, Israel, India y Arabia Saudita, por sus reformas económicas y políticas.

Finalmente, y sin dar importancia a las risas en un momento de su intervención, Trump demuestra que tiene claras las prioridades de su país, pero también, que Estados Unidos ha dejado a un lado los complejos y está retomando el control de la agenda global.

 

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