Los nuevos Escamots, al asedio de Cataluña

19 diciembre 2018 11:43 pm

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El nacionalismo catalán se mantiene en su empeño de lograr la independencia frente a España. Sin importar la voluntad de por lo menos la mitad de los catalanes no nacionalistas, o que se consideran tan españoles como los andaluces o aragoneses, los distintos grupos de poder que conforman la élite separatista, han estado pronunciándose contra las declaraciones de los partidos constitucionalistas, como el Partido Popular o Ciudadanos, e incluso el ambiguo PSOE de Pedro Sánchez. Han ido ya tan lejos, que Quim Torra, el actual presidente de la Generalidad de Cataluña, habló de buscar para su “país” la famosa Vía eslovena, refiriéndose al proceso por el que Eslovenia obtuvo, en 1991, su independencia de la antigua Federación Yugoslava, sin mencionar que costó casi cien muertos y una guerra de diez días. Si esa es su pretensión, significa que los nacionalistas están dispuestos a iniciar una confrontación bélica con las fuerzas militares españolas.

Pero su predilección por las vías de hecho y la violencia como arma política, se manifiesta con más ímpetu por estos días, cuando al anuncio del gobierno de celebrar en Barcelona un consejo extraordinario de ministros, responden con la activación de los denominados GAAR (Grupos Autónomos de Acción Rápida), asociados a los CDR (Comités de Defensa de la República). Al estilo de los nuevos movimientos antifascistas europeos y estadounidenses, los GAAR tienen esta vez la misión de bloquear las autopistas, avenidas, industrias, centrales energéticas y la actividad comercial en toda Cataluña, con el fin de impedir que se realice la reunión. Su propósito es demostrar la capacidad de sabotaje de los nacionalistas y su poder para sembrar la anarquía y el caos. Solo en Barcelona son alrededor de cuatro mil, y es impensable que no estén conectados con los partidos que esta misma semana, en el Parlament, declararon la Constitución española de 1978 como antidemocrática y antisocial.

Son la materialización de lo que Herbert Marcuse, en su ensayo Tolerancia Represiva, llama ideas liberadoras, frente a las ideas y principios que se consideran dominantes y justificadores de la represión de las masas. En su oposición a las instituciones de la democracia liberal, buscan llevar a la sociedad a un clímax de confusión y desorden, quejándose de la intolerancia y de la falta de auténtica libertad, cercenando al mismo tiempo las libertades civiles y políticas de quienes no comparten su credo u opiniones políticas, o sea, poco más de la mitad de los catalanes, representados en 3,7 millones de personas.

En realidad, el nacionalismo catalán constituye la expresión más patente del Fascismo en la actualidad. Con sus líderes llamando a la toma de las instituciones y el apoyo de los GAAR, se asemejan a los Camisas Negras de Mussolinni, que lo llevaron al poder en Octubre de 1922 con la recordada Marcha sobre Roma, cuando casi treinta mil simpatizantes y militantes del Partido Nacional Fascista, uniformados y armados, avanzaron desde el norte de Italia, intimidando y amenazando a los gobernantes regionales y, solo en cuestión de una semana, lograron entrar al gobierno y disolver el Parlamento. Aún más, los GAAR y los CDR, en su vocación totalitaria, son casi iguales a los Escamots que participaron en la proclamación del Estado Catalán, en Octubre de 1934. Si Barcelona y Cataluña son parte de España, Sánchez deberá actuar con firmeza y contundencia para demostrarlo, y no ceder más ante el chantaje nacionalista.

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