Faber Bedoya Cadena
En este piso de la existencia hemos sostenido muchas discusiones sobre nuestro diario vivir y hemos tomado definitivas conclusiones. Así como suena. La última y sobre la cual estamos trabajando, es que no podemos estar solos. Recordamos, que antes muchas cosas las hacíamos sin necesitar compañía, pero hoy tengo que aceptar, que solo no las puedo hacer, mejor dicho, el “hombre solo”, es una herramienta, nada más. Esto es mandato bíblico, porque en Génesis 2 del 18 al 23 dice, “No es bueno que el hombre esté solo, le voy a hacer alguien que sea una ayuda adecuada para él. Entonces Dios el Señor le hizo caer en un sueño profundo y mientras dormía, le sacó una de las costillas. De esa costilla Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó, se va a llamar mujer porque Dios la sacó del hombre”. Hoy de adultos mayores, sin ninguna presión religiosa, nos podemos imaginar esos primeros días de la novel pareja, residiendo en el condominio El Edén, con todo a su disposición, en un paraíso, sin necesitar nada, ni siquiera ropa, ni servicios públicos, cero problemas. Cómo sería la vida sin que la mujer tuviera que hacerle ningún reclamo al hombre, ni mandarlo a hacer algo. Pero, siempre hay un pero, “la serpiente era más astuta que todos los animales salvajes que Dios el Señor había creado”, empezó un diálogo con la mujer, es decir de hembra 1 a hembra 2, con el propósito de que la mujer 1, o sea Eva, comiera “del fruto del árbol que está en medio del jardín”. Y no solo comiera ella, sino que también convenciera al hombre para que comiera. Entonces nos volvemos a imaginar el dialogo de Adán y Eva, – Usted de dónde sacó esa manzana, no le advirtieron que de ese árbol no se podían coger las frutas – y eso fue todo lo que alcanzó a decir Adán, e inmortalizo, mejor institucionalizó la frase que más adelante todos los esposos habíamos de pronunciar, – Si, está bien como tú digas mujer, es lo que tu digas. Entonces el accedió, comieron del fruto del árbol prohibido. Y todavía estamos pagando las consecuencias de ese diálogo trascendental, pues el final de la historia ya nos lo sabemos.
A Dios el Señor, rapidito le llego el mensaje de la acción que acaban de realizar sus privilegiados inquilinos. Preguntó razones, él se escudó en ella, y ella en la serpiente. “Por eso Dios el Señor sacó al hombre del jardín del Edén y lo puso a trabajar la tierra de la cual había sido formado” Gen 3, 23. y vea pues en la que nos metieron la desobediente pareja. Otra vez nos imaginamos como sería el diálogo entre la pareja ahora desplazada, deportada, sin rumbo, sin techo, sin vecinos a quien recurrir, sin transporte. – Si ve en la que nos metió Usted por ponerse a hacerle caso a esa vieja serpiente, por metida, quien la mandó a no hacer caso, si ve. Y eso fue todo lo que atinó a decir Adán, porque el final de la historia no ha terminado, para nosotros, los que estamos todavía en este condominio de la existencia. Y para acabar de completar, de seguro, Eva estaba embarazada, pues sin nada que hacer, porque la historia habla de la llegada de Caín y Abel y siguieron más muchachitos. Seguro que consiguieron trabajo, o algunos de los dos puso un negocio, bueno lo cierto es que poblaron la tierra. Tu y yo somos descendientes de Adán y Eva, más exactamente de los descendientes, de los descendientes de Caín, porque a Abel, el bueno, rápido le cancelaron el contrato con la vida. También archivaron de la historia sagrada a Adán y Eva, se hablará de sus hijos y nietos.
Y no valieron los derechos de petición ni las tutelas, les tocó trabajar y ganarse el pan con el sudor de la frente, y como Dios el Señor estaba enterado de todo de primera mano, no había lugar a excusas ni reclamos.
Y siguieron muchos otros diálogos, nos imaginamos como seria ese dialogo entre María cuando llegó del ginecólogo de la época y le contó a José, el ilustre carpintero del barrio, esa noticia tan trascendental, que habría de cambiar la historia de la humanidad, estoy embarazada.! – si está bien, mujer, que se haga la voluntad de Dios, eso sí, cuenta conmigo pa las que sea -. Y ha sido el punto más alto y glorioso del dialogo entre parejas.
Para nosotros es vital, es una manifestación de nuestra respiración, de la vida que llevamos, el conversar. No es exagerado decir que hablamos hasta por los codos, que nos tapan la boca y nos salen letreros. Y ahora, gracias a las redes y los grupos, hablamos todo el tiempo y con todo el mundo, por el celular. Tenemos amigos virtuales, seguidores, seguimos a conferencistas, pastores, gurús, hacemos gimnasia, yoga, meditación profunda, música con ondas alfa. Ejercicios para las rodillas, la columna, dietas para todo, es el doctor Google. Y ya no compartimos formulas médicas sino enlaces, links, direcciones electrónicas, y asistimos a reuniones por zoom, o por google meet, hasta sabemos de las nuevas pestañas de incognito. Claro los jóvenes nos llevan mucha ventaja, pero nosotros si le sacamos mucho jugo a la conversación física, cara a cara, más que a esas sesiones virtuales.
Por eso le sigo pidiendo a Dios que ahora que estoy en la vejez pueda seguir conversando contigo y mirándote a los ojos.