Por: Álvaro Mejía Mejía
Se dio lo que era evidente, la suspensión del alcalde de Armenia, por las causales legales de continuación y reiteración de la falta y el riesgo de interferencia en el trámite de la investigación disciplinaria.
El señor Procurador Primero Delegado para la Contratación Estatal consideró que “los presupuestos fácticos y jurídicos previstos en el artículo 157 del Código Único Disciplinario se encuentran cumplidos, en cuanto a la naturaleza de la falta (exigencia formal), el juicio de inferencia (requisito sustancial) y la existencia de serios elementos de juicio.”
La decisión estuvo precedida de una queja interpuesta por el ciudadano Alejandro Rodríguez, y fue objeto de un impecable trabajo por parte del Procurador Provincial de Armenia, Juan Carlos Sandoval Izquierdo, y el Procurador Primero Delegado para la Contratación Estatal, José Orrego Morales. A ellos nuestro total respaldo y apoyo. A la veeduría Control Quindío por su oportuna intervención para solicitar la apertura formal de la investigación y la suspensión del alcalde Ríos.
Armenia ha quedado en el peor escenario: el plan de desarrollo, que la veeduría Control Quindío y el Procurador Provincial cuestionaron en su oportunidad, ha sido suspendido por una orden judicial en proceso constitucional de tutela y, además, el alcalde elegido popularmente, el año inmediatamente anterior, fue suspendido por decisión de la Procuraduría General de la Nación.
Estas no serán las únicas consecuencias, que seguramente se deriven de las actuaciones objeto de investigación, porque el Fiscal General de la Nación anunció en rueda de prensa, que formulará imputación de cargos y solicitará medida de aseguramiento en el marco del proceso penal que adelanta ese organismo judicial en contra del burgomaestre suspendido.
Los anunciadores de tempestades señalan que Armenia ha quedado al garete, acéfala y sin futuro. ¿Será que los armenitas merecemos ser gobernados de esa forma? No lo creo. Si queremos salir de la horrible noche que nos ha tocado vivir es necesario pasar por una auténtica catarsis, limpiarnos, sacudirnos…
¡Basta ya de estas historias! Efrén Tovar, David Barros, Ana María Arango, Luz Piedad Valencia, Carlos Mario Álvarez, exalcaldes por elección popular encarcelados o destituidos.
El presente y ese pasado oscuro se construyó, no solo con la actuación de empresas, empresarios y mafias que capturaron el poder político, sino también por la pasividad, complicidad, silencio y displicencia de una parte de la sociedad, que se hincó ante las alforjas del poder liviano y fue propicia a las canonjías, prebendas o migajas, que se reparten u ofrecen desde las altas esferas.
El problema no son esos personajes, porque el verdadero enemigo del Quindío y de Colombia, como dijera Álvaro Gómez, es el régimen, sistema de componendas, compromisos y complicidades.
¿Puede resultar algo bueno de campañas que valen miles de millones, financiadas entre las sombras por personajes y empresas foscas? No lo creo. Quien siembra tempestades recoge tempestades.
Los quindianos somos más, como dijera Hugo Palacio Mejía. Tenemos una historia de rebeldías y este es el momento histórico para licenciar a esos innombrables, que se mueven como roedores hambrientos entre las madrigueras, y que manipulan y compran conciencias con una perversidad pasmosa y temible. No debemos olvidar lo que escribió Sor Juana Inés de la Cruz: ¿cuál es más de culpar, aunque cualquier mal haga: el que peca por la paga o el que paga por pecar?
Si no aprovechamos esta oportunidad, una más, entonces habrá que decir que fuimos una generación mezquina y pusilánime.
