¿DÓNDE BUSCAR?

22 diciembre 2020 11:38 pm

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Por: Álvaro Mejía Mejía

Cuando Siddhartha se encontró con su amigo, que llevaba largos años procurando llegar al nirvana, este se quejó, porque a pesar de su búsqueda incesante no había obtenido todavía la iluminación. Con voz sosegada, el maestro Buda le dijo: “¿será que a fuerza de buscar ya no encuentras?” Y agregó: cuando uno tiene una meta y la convierte en obsesión, deja de mirar todas las puertas y caminos que están a su alrededor.

A veces, de manera errada, buscamos la verdad y la felicidad afuera, cuando, en verdad, están en nuestro interior. Noel Clarasó Daudí, escritor español dijo: “El que no lleva la belleza dentro del alma no la encontrará en ninguna parte.” La gente piensa que en lo lejano está lo que no se tiene.

Hermann Karl Hesse, premio nobel de literatura expresó con sabiduría: “Para el hombre despierto no hay más que un deber: buscarse a sí mismo y tantear, hacia delante siempre, su propio camino, sin cuidarse del fin al que pueda conducirle.” Y agregó: “El verdadero oficio de cada uno es tan solo llegar hasta sí mismo.” También nos revela una verdad: “Los hombres se unen, porque tienen miedo unos de otros, y cada uno se refugia entre los suyos” (…) “Se tiene miedo, cuando no se está de acuerdo consigo mismo. Tienen miedo porque no se han atrevido jamás a conseguir sus propios impulsos interiores.”

Gran parte de los seres humanos nos esforzamos por encontrar la felicidad en las cosas externas, ignorando que, dentro de nosotros, hay un microcosmos perfecto, donde abundan luces, sonidos, fuerzas inimaginables… No hay aventura más productiva que el viaje a nuestro propio universo. Allí podemos solazarnos en reflexiones y silencios, observar con interés a los demás y aprender de las cosas que, en apariencia, son elementales y simples.

Conocernos a nosotros mismo debe ser nuestra norma de conducta, dijo con sabiduría Sócrates. La única belleza que no se acaba es la del alma, porque las cosas materiales con el tiempo se deterioran o desaparecen.

Había un programa televisivo que se llamaba Cambio Extremo, donde se seleccionaban personas con una baja autoestima, causada por sus defectos físicos. La serie televisiva les anunciaba que sus vidas cambiarían para siempre. Los participantes eran sometidos a cirugías plásticas, tratamientos de belleza y una nueva imagen en su vestuario. Vendían la idea de que estas personas con el cambio externo serían felices. Sin embargo, eso no es cierto. Si lo fuera, las personas más satisfechas del universo serían las reinas de belleza, las modelos y los fisiculturistas. La realidad, por el contrario, muestra que muchos de esos personajes expuestos públicamente, por su gracias externa, viven una existencia vacía, están saturadas de la frivolidad en la que viven, donde solo importa la apariencia, la moda y la externalidad. Les haría bien un cambio extremo, pero en su vida interior, porque por más que luchen contra la vejez está llegará como antesala inevitable de la muerte.

No se puede negar que el ser humano tiene cuerpo y alma. Desde luego, que cuidar el cuerpo es importante, ya lo decían los antiguos griegos: “cuerpo sano, mente sana”. Pero otra cosa es darle la mayor importancia a lo externo, y creer que, a través de la apariencia, podemos lograr la verdadera felicidad.

Los hombres excepcionales que aportaron al progreso de la humanidad, y cambiaron el mundo conocido, no obtuvieron éxito en sus empresas por cambios en su apariencia física. Ellos navegaron en su mundo interior, pusieron a funcionar su cerebro y trabajaron con persistencia, disciplina y dedicación.

Nosotros no somos las máscaras que portamos, bien lo dijo el poeta francés Heinrich Heine: “Bien mirado, todos nos ocultamos, completamente desnudos, en los vestidos que usamos.” Pero, detrás de las máscaras, los vestidos y los afeites, está el auténtico ser humano.

Neruda lo dijo con más sentido existencial en el poema el Ritual de mis piernas: “…Se habla favorablemente de la ropa, de pantalones; es posible hablar, de trajes y de ropa interior de mujer (de medias y ligas de “señora”), como si por las calles fueran las prendas y los trajes vacíos por completo y un oscuro y obsceno guardarropas ocupara el mundo.”

Los invito a emprender el extraordinario viaje al interior de vosotros mismos. Es ahí, donde debéis buscar.

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