Por Álvaro Mejía Mejía
Este no es un artículo contra ningún partido, movimiento político o candidato en particular. Ellos no son la raíz del problema. Hay un enemigo al que nadie ataca, ¡el régimen!, que como dijera Álvaro Gómez es un sistema de componendas, compromisos y complicidades, al que todos, de alguna manera nos hemos acostumbrado y al que apoyamos con nuestras acciones u omisiones. Al final, nadie sale bien librado, ni el gobierno, ni el parlamento, ni los organismos autónomos, ni los partidos y movimientos, ni el pueblo.
Empezamos diciendo que el Acto Legislativo 02 de 2015 autorizó a los partidos y movimientos políticos con personería jurídica, que sumados hayan obtenido una votación de hasta el quince por ciento (15%) de los votos válidos de la respectiva circunscripción, a presentar lista de candidatos en coalición para corporaciones públicas.
Ahora veamos el estudio que la MOE realizó sobre los partidos y movimientos y sus alianzas electorales:
Lo primero que se destaca es la existencia de 36 partidos y movimientos políticos, lo cual es un exabrupto.
En Colombia, en la gran parte de su historia republicana existieron dos partidos, el liberal y el conservador, que se alternaron el poder sin una competencia seria de otras fuerzas políticas.
El partido liberal fue fundado por José Ezequiel Rojas Ramírez (Miraflores, 13 de septiembre de 1803 – Bogotá, 21 de agosto de 1873). Este político fue desterrado, por lo que llegó a Francia, donde conoció a Jean Say, un famoso ideólogo de economía política. Cuando regresó a Colombia formuló teorías económicas basadas en el liberalismo de Betham y el catolicismo, llegando a formular en pleno siglo XIX una explicación del racionamiento de los agentes en el mercado, actualmente conocida como teoría de elección racional. Este partido fue fundado, el 16 de julio de 1848 por Rojas en el manifiesto de prensa «La razón de mi Voto», apoyando al candidato presidencial José Hilario López.
En 1948, en un discurso ante la Cámara de Representantes, Julio Arboleda proclamó la creación del partido conservador. Un año más tarde, el jueves 4 de octubre de ese año, Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro elaboraron un documento que denominaron Programa Conservador de 1849, que contiene el ideario de ese partido. Su objetivo inicial fue el de proteger las tradiciones sociales y religiosas, además de promover políticas del proteccionismo económico dirigidas a los artesanos y la edificación de un Estado intervencionista en oposición al Estado liberal librecambista.
Pero, antes de esos sucesos fundacionales, existieron dos vertientes políticas. Primero, el centralismo en cabeza de Antonio Nariño y el federalismo en cabeza de Camilo Torres, que llevaron al país a guerras internas, durante el período denominado de la Patria Boba. Después surgieron los bolivarianos y los santanderistas.
Se podría decir, que la existencia contrapuesta de los partidos en Colombia surgió de la figura del libertador, los bolivarianos y los antibolivarianos.
Para facilitar la caída de la dictadura del general Rojas Pinilla, Laureano Gómez y Alberto Lleras pactaron en Benidorm y Sitges (España), la alternancia del poder de los dos partidos tradicionales, liberal y conservador, durante 16 años, lo que llevaría al Frente Nacional, que pacificó el país, pero impidió la participación de otras fuerzas políticas.
Terminado el Frente Nacional, en las elecciones presidenciales de 1974, aspiraron al primer cargo de la nación: por el partido liberal, Alfonso López Michelsen (hijo de Alfonso López Pumarejo); por el partido conservador, Álvaro Gómez Hurtado (hijo de Laureano Gómez); por la ANAPO, María Eugenia Rojas (hija del general Gustavo Rojas Pinilla) y por la unión nacional de oposición, Hernando Echeverri Mejía.
Esa hegemonía se rompió, cuando llegó al poder Álvaro Uribe Vélez, cuyo liderazgo caudillista dividió el liberalismo en 3 partidos, el liberal, la U y Cambio Radical. Los conservadores, por ser afines a la derecha que representaba Uribe, terminaron hincados ante el liderazgo de este personaje.
Con la llegada de la izquierda al poder en Bogotá y la división que generó Álvaro Uribe Vélez, el país se ha venido decantado en partidos y movimientos de derecha, centro e izquierda con múltiples matices. Sin embargo, este no es un fenómeno nacional, sino internacional. Primero en Europa y los Estados Unidos y, en los últimos tiempos, también en América Latina.
Esa lucha entre derecha, centro e izquierda se ha evidenciado en las últimas elecciones presidenciales, pero en las parlamentarias y regionales en donde esta no es la determinante. Allí, lo que se presentan son microempresas electorales, donde interactúan los 36 partidos y movimientos, que absurdamente tienen personería en Colombia.
En esa lucha no hay ideologías. Se dan contubernios, que solo explican en el marco de las microempresas a las que nos hemos referido en este escrito.
¿Cómo se entender que el partido liberal, en estas elecciones, haya realizado 158 alianzas con su contradictor histórico, el partido conservador, y 136 con el partido de la U? ¿Cómo comprender que el partido conservador, además de las alianzas citadas con el liberal, haya realizado 137 alianzas con cambio radical? Los demás movimientos y partidos también hicieron múltiples alianzas.
Para hacer un análisis de la política actual, hay que partir de una realidad, esta se encuentra capturada regionalmente, en su inmensa mayoría, por auténticas mafias.
Gran parte de los gobernadores y alcaldes actuales están en campaña, procurando darle continuidad al poder que detentan, generalmente a título de comodato precario, porque sus verdaderos dueños son los financiadores de las campañas y/o sus intermediarios, que pretender hacerse a los puestos y contratos o mantenerlos, según el caso.
¿Cuál es el papel de los partidos y movimientos? Estos tienen otro negocio, el de los avales. Se aprovechan de la angustia de miles de aspirantes, que los buscan de manera afanosa, para poderse inscribir como candidatos.
Por eso, encuentra uno personajes que siempre fueron liberales inscritos por el partido conservador o movimientos afines, y viceversa. Otros, se sienten poderosos, porque se inscribieron por el partido conservador, el partido liberal, la U, el MIRA, Colombia Justa Libres, por citar algunos de estos.
En general, estas elecciones no son una confrontación entre derecha, izquierda y el centro. Es una competencia para ver quien se queda con los pasteles y cómo se reparten la marrana.
Aparecen algunos con discursos de ética pública y transparencia, pero va uno a ver y detrás de ellos hay un gobernador o un alcalde o, en el peor de los casos, auténticas mafias.
La última pregunta es, ¿qué va a pasar el domingo? La respuesta es simple nada extraordinario. Los que “invirtieron los dineros y/o movieron las maquinarias van a triunfar. No es que eso sea algo nuevo, sino que ahora es más burdo. No hay formas ni discursos. No hay disfraces de ideología.
Al final, solo quedarán escombros en el tremedal. La muchedumbre crápula habrá vendido su conciencia en el bazar. “¡Mañana, cuando venga la resaca, no habrá tiempo de llorar!