por: Álvaro Mejía Mejía
En 1965, la Biblioteca de Autores Caldenses publicó su libro Clave Mínima con prólogo de Adel López Gómez, cuentista fecundo nacido en Armenia, quien expresó estas palabras liminares: No es que Maruja Vieira, como poeta, trasiegue itinerarios diferentes o encarne sentimientos sustancialmente distintos a cualquiera otra mujer. Pero sus motivos: el amor, los lugares, los seres, las nostalgias, el tiempo, la distancia, tienen, como materia prima del verso, un significado más trascendental y verídico, menos literario y más estremecidamente femenino y humano.
El primer poema de la obra tiene el título del libro, y allí, en tono amoroso, nos dice: Déjame tu recuerdo, el de esta hora. No importa que te vayas. Déjame este recuerdo de la última hora del alba. Estaba azul el monte esa mañana azul. Eras hermoso y yo te amaba. En el amor no se ejercen las acciones posesorias. Se trata de vivir el instante sublime, pero más aún, de guardarlo en lo más hondo del corazón. Como se guarda un atardecer policromático que se desvanece con la oscura noche, o como una estrella fugaz que ilumina el cielo y desaparece para siempre. El breve momento palpitante, parafraseando al maestro Valencia. La poetisa solo reclama el recuerdo de esa hora, para que permanezca en la mente y en el alma de quien lo vivió.
Los poemas cortos son precisos, bordean la perfección. No les sobra nada ni tampoco les falta: La amargura se quedó en los corales del fondo, se quedó en la isla blanca. En la escama del pez fugitivo, en la estrella que ardía en la rada. El recuerdo pasó, como el nombre de un barco.
Después de que Maruja se retiró del SENA, entre 1973 y 1977, ejerció como catedrática de INCOLDA; directora de mercadeo de Acción Cultural Popular –Radio Sutatenza-, y colaboradora de El País de Cali, donde publicó su columna diaria denominada “El país cultural”.
Regresó a la Capital de la República, en 1978, para ser editora cultural de la revista Guión, que fundara Misael Pastrana Borrero.
En 1981, fue nombrada jefa de Comunicaciones de COLCULTURA, cargo que ejerció hasta la salida de Gloria Zea, pero que volvió a ocupar, años después, cuando ese organismo fue dirigido por Liliana Bonilla. Ese mismo año, Maruja recibió la Mención de Honor del Instituto Distrital de Cultura.
En 1986, el Instituto Caldense de Cultura publicó el poemario Mis propias palabras, con prólogo de Jaime Mejía Duque. En uno de sus versos nos dice: La huella de tu mano. Apenas una gota de rocío. Suave trazo de luz distante y pura. La huella de tu mano. Y cierra el libro, hablándonos del tamaño del poema: ¿Qué importa el número de páginas de un libro? ¿La extensión de los versos de un poema? ¿Le contamos al mar sus olas, a la rosa sus pétalos, sus caminos al viento? “Unas pocas palabras… -así dijo el Maestro – unas pocas palabras verdaderas”.
El Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá, en 1988, le impuso la condecoración Honor al Mérito Artístico por su vida y trayectoria.
Se posesionó, en 1991, como Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua.
Dirigió las cátedras de Literatura en la Universidad Central y La Sabana. El primero de estos centros de educación superior, en 1992, le publicó la obra Tiempo de Vivir, con prólogo de Jorge Enrique Molina y presentación de Ignacio Chaves Cuevas. Este libro recogió poemas escritos por Maruja entre 1985 a 1990. Se destacan lugares (Alemania, Castilla, Madrid, Roma, Venecia, Camerún), personajes (Felisa Bursztyn, Baltasar Miró, José de Puerto Rico, María Mercedes Rivera), recuerdos, estampas. En los campos de Castilla nos dice: Golondrinas tardías en el cielo de España. En el viento de otoño frío nubes de golondrinas, bandadas de alas, álamos. La sombra del poeta pasa. En Sueño de otros caminos expresa: Todavía sueño con todos los caminos del aire, del mar y de la tierra que me están aguardando, mientras cae la gota silenciosa del tiempo en la clepsidra.
Recibió, en 1993, la Orden Simón Bolívar del Ministerio de Educación de Colombia.
Entró a ocupar la silla de Miembro de Número de la Academia Colombiana de la Lengua y fue aceptada como Miembro Correspondiente Hispanoamericana de la Real Academia de la Lengua Española.
En 1997, se editó, nuevamente, Campanario de lluvia, con ocasión de los 50 años de su primera edición, por parte del Instituto Caldense de Cultura, con prólogo de Carlos Arboleda.
En 1998, recibió la Gran Orden del Ministerio de Cultura de Colombia. El Museo Rayo de Roldanillo, le rindió homenaje como poetisa central en el XVI Encuentro de Poetas Colombianas y publicó el poemario Sombra del Amor, con prólogo de Águeda Pizarro. En este libro, recogió varios de los poemas publicados en obras anteriores y agregó otros nuevos de acento romántico. En uno de ellos dice: Defenderé tu rostro y tu nombre de los años que se amontonan como piedras rotas. Defenderé tu voz, tus palabras de estos largos silencios que pesan sobre mis labios. ¡Defenderé tu luz de esta sombra!
En 2004, La Fundación Mujeres de Éxito, le otorgó el premio del mismo nombre, en la categoría de Arte y Cultura. En 2005, el gobierno de Chile la condecoró con la Orden Gabriela Mistral, en el grado máximo, por su trayectoria literaria y su tarea como docente.
En 2006, la Fundación Mujeres de Éxito publicó el poemario Los Nombres de la Ausencia, con prólogo de David Mejía Velilla, quien dice del libro: En la poesía colombiana no son frecuentes tanta pureza ni tanta palabra verdadera, ni tantas breves palabras duraderas, referidas al misterio del amor humano, ni tanta hondura, ni tanta precisión. Desde los tiempos de Campanario de Lluvia hemos advertido en Maruja Vieira el don de la elegía, expresión mayor de la sabiduría poética. Canto que se dirige a Dios, a los hombres y a todos aquellos seres y cosas que, por algún extraño prodigio de la vida, sirvieron para encarnar nuestro trasiego, nuestra alma.
Fue condecorada por la ciudad de Manizales y la Gobernación de Caldas. Participó como figura principal del Festival Internacional de Poesía de Bogotá, organización que editó, con el Instituto Caro y Cuervo, una pequeña antología titulada Mis propias palabras, con prólogo de Cristo Rafael Figueroa. Entre los poemas está ¿Sola?: Tus ojos vinieron a mirarme en esta hora oscura y áspera. Yo me creía sola, pero estabas aquí. El amor le arrancó tu mirada a la muerte.
El Concejo de Bogotá la condecoró con la Orden José Acevedo y Gómez, en el grado Cruz de Oro. En 2007, recibió el Premio a la Oralidad de la Cátedra de Narración Oral Escénica de Iberoamérica.
En 2008, la colección “Un libro por centavos” de la Universidad Externado de Colombia, publicó Todo lo que era mío. Allí, hay bellos poemas de amor, como La tarde Lenta: Tengo llenas las manos de sol y de perfume. La tarde me devuelve tu inasible presencia. Tu mirada me sigue, dibujando mi sombra. Estás en el paisaje como un árbol de sueño. Gotas de luz inquieta tiemblan entre las hojas. Una columna fina de humo gris en el viento está formando apenas el nombre del recuerdo. Poemas precisos y musicales: Ya todo está más claro. Como la tierra después de la lluvia son los ojos después de las lágrimas. El viento hace cantar una vez más los árboles; pero en la madrugada tienen distinta voz las antiguas campanas. Partió un barco. El ancla la levaron las manos más amadas. Era un mar transparente, rumbo y ola, donde flotaba un suave rostro pálido
En 2009, es la figura central del certamen Las Líneas de la Mano, del Gimnasio Moderno de Bogotá.
En 2011, se publicó la antología Tiempo de la memoria, que motivó un homenaje en la Feria del libro de Bogotá. Uno de sus poemas fue musicalizado por el maestro Jaime León: Porque amarte es así, tan dulce y hondo como esta fiel serenidad del agua que corre por la acequia, derramando su amorosa ternura sobre el campo. Te amo en este sitio de campanas y árboles, en esta brisa, en estos jazmines y estas dalias. La vida y su belleza me llegan claramente cuando pienso en tus ojos, bajo este cielo pálido. Sobre la yerba limpia y húmeda, mis pisadas no se oyen, no interrumpen el canto de los pájaros. Ya la niebla desciende con la luz de la tarde y en tu ausencia y mi angustia, más que nunca te amo.
Es homenajeada por las poetisas jóvenes de Colombia en el Gimnasio Moderno, el 14 de marzo de 2012. También, recibió el reconocimiento a los fundadores del Festival de Poesía de Bogotá. El Ministerio de Cultura le otorgó el premio Vida y Obra.
En 2015, recibió el Premio Homenaje a Artistas y gestores 2015. El sector Cultura, Recreación y Deporte le entregó el Premio Homenaje a Artistas y Gestores Culturales, en la categoría de cultura.
En 2018 se publicó Una ventana al atardecer, editada por Libros Aire, con una introducción firmada por Maruja, en donde dice: Recibo con infinita alegría la invitación de la Secretaría de Cultura del Gobierno de Caldas a formar parte de la colección Libros al Aire-Lecturas para viajeros. En este kilómetro 96 de mi vida no hay mayor satisfacción que la de regresar, a través de los lectores, a las calles amadas de Manizales, a la geografía siempre añorada de la infancia. En una tarde temprana de enero de este 2019 la noticia de este libro me llegó de la mano de los muy queridos amigos Juan Carlos Acevedo y Gloria Luz Ángel, a quienes agradezco tenerme siempre presente. Visitaron mi casa en Bogotá y compartieron conmigo ese espacio amado de mi biblioteca y la ventana en el atardecer, esa desde donde observo el paso tranquilo de mis horas. Así nació este libro precisamente titulado Una Ventana en el Atardecer, que dedico a Manizales. Inicio con tres fragmentos en prosa para hablarles de mi primer recuerdo de niña, el del incendio de Manizales, seguido por el de los paseos en cable y una semblanza de mi profesora, Claudina Múnera. Luego retomo algunos poemas de mis libros anteriores, en los que mi ciudad es el paisaje de las palabras y vuelvo a recorrer las calles de otras ciudades que, como Bogotá, Caracas, Popayán o Cali, me acogieron con amor. Los invito también a revivir conmigo algunos de mis recuerdos de viajes para, finalmente, entregarles algunos textos inéditos de estos últimos años: poemas breves, trazos de luz, amigos, caminos imaginados y ciertos.
La Universidad Nacional, en 2020, publicó Rompecabezas, dentro de sus ediciones “viernes de poesía”, donde nos dice: El mundo es un rompecabezas gigantesco, donde todos los días pretendemos encontrar nuestro sitio. Si alguna vez creemos haber dado con él, de repente una mano invisible deshace todo el juego. Empezamos de nuevo. entre las ráfagas del miedo, del dolor, de la metralla. Alzamos la cabeza y nos ponemos otra vez la máscara.
El 25 de octubre de 2023, Maruja Vieira, sufrió un accidente cerebrovascular, por el que tuvo que ser internada en la Clínica Marly de Bogotá. El pasado 28 de octubre de 2023, a los 100 años, la poetisa y defensora de los derechos de las mujeres partió hacia la Eternidad, donde, seguramente, fue recibida por Safo de Lesbos, Nelly Sachs, Emily Dickinson, Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou, Sor Juan Inés de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, María Elvira Lacaci, Gabriela Mistral, Meira del Mar, Carmelina Soto, Dora Castellanos, Matilde Espinosa.