Por Armando Rodríguez Jaramillo
La inesperada muerte de Carlos Mario Álvarez Morales, exalcalde de Armenia, me trajo a la memoria el acto solemne que presidió el 14 de octubre de 2016 cuando depositó los despojos del fundador de Armenia en un mausoleo recién construido en el parque de Los Fundadores.
Entonces recordé que el 2015 fue un año aciago para el patrimonio de Armenia. Por aquellas calendas el parque de Los Fundadores ya estaba abandonado a su suerte y sus monumentos en franco deterioro, situación que desató numerosas críticas a la administración municipal. La respuesta de la alcaldesa Luz Piedad Valencia Franco fue la de reformar el citado parque con el propósito, dijo ella, de recuperarlo, para lo cual celebró el contrato interadministrativo N° 014 de 2014 entre el municipio de Armenia y la Empresa de Desarrollo Urbano de Armenia EDUA para su intervención y adecuación por un valor de $334.911.368.
En medio de una estupidez supina de la administración respecto al valor patrimonial del parque, se iniciaron las obras. Un día, el 22 de junio de 2015 a las 6.43 a.m., mientras caminaba por el lugar, observé con asombro que el mausoleo con los restos mortales de Jesús María Ocampo y su esposa María Arsenia Cardona, llevados allí por el alcalde Álvaro Patiño Pulido el 14 de octubre de 1998, habían desaparecido. De inmediato tomé algunas fotos de lo que tenía (o no tenía) ante mis ojos.
Los derechos de petición
Por tanto, con Jaime Lopera Gutiérrez (presidente de la Academia de Historia del Quindío – AHQ) enviamos un derecho de petición a la alcaldesa Valencia Franco el 16 de julio solicitando información sobre los restos que reposaban en el mausoleo demolido durante las obras de remodelación del parque. Ese día radiqué otro derecho de petición en similares términos al gerente de la EDUA, Sebastián Congote Posada, quién nos respondió por escrito el 27 y 30 de julio aduciendo que «dada la complejidad del derecho de petición incoado y a la necesidad de recolectar información, no es posible resolver o contestar el derecho de petición dentro de los términos legales», invitándonos a una reunión en la EDUA para el 3 de agosto de 2015 «dado que se requiere exponer aspectos técnicos que deben ser explicados pormenorizadamente y para lo cual se levantará un acta la cuál será notificada».
A la reunión asistimos en representación de la AHQ Jaime Lopera Gutiérrez, Felipe Arturo Robledo y Armando Rodríguez Jaramillo. Por la EDUA estuvieron presentes Nassly Jasbleidy Cardona Henao (abogada contratista), Aura María Zapata (ingeniera contratista) y Sebastián Congote Posada para dar respuesta a los derechos de petición. En el encuentro Congote Posada afirmó, como consta en el acta levantada, que una vez evidenció intentos de robo al mausoleo, como director de obra tomó la decisión de retirar los restos mortales sin que mediara un acto administrativo u orden de autoridad competente que autorizara dicha exhumación. También admitió que no se siguió protocolo alguno para el procedimiento ni se levantó acta del estado en que hallaron los restos ni hubo presencia de testigos, aunque aseguró que «tenía medios probatorios (fotográficos) que demuestran el estado en que se encontraban y el estado de custodia y entrega». Dijo también que en la bitácora de la obra de remodelación del parque consta que los huesos del fundador y su esposa fueron retirados el 5 de julio para lo cual contactó al padre Juan Carlos Rodas Urrea, entonces párroco del Espíritu Santo, para entregárselos en custodia por considerar que era lo más adecuado para su conservación. También mencionó que no hubo acta de entrega, pero que tiene fotografías del hecho y del estado en que se encontraban al momento de ser depositados en el oratorio privado del mencionado sacerdote. Desafortunadamente el gerente de la EDUA no quiso mostrar las fotografías que aseguraba tener de la exhumación y entrega de los restos en la iglesia.
Entonces procedí a radicar un derecho de petición al sacerdote Juan Carlos Rodas Urrea solicitando información sobre si en efecto había recibido del gerente de la EDUA los restos de el «Tigrero» y su esposa, y de haber sido así, dónde estaban y cuál era su estado de conservación. En igual sentido, dirigí una solicitud de información a monseñor Pablo Emiro Salas Anteliz, Obispo de la Diócesis de Armenia, para que me informara en qué capilla, iglesia o recinto religioso de la Diócesis se hallan los mencionados restos y quién se encargaba de su custodia. Sin embargo, ninguno respondió.
Los días y los meses pasaron sin que se supiera en realidad lo sucedido. Solo se sabía que la información era imprecisa e inconsistente, pues las fotografías que conservo comprueban que en la mañana del 22 de junio el mausoleo había sido demolido y los restos ya no estaban, lo que contradice la afirmación de Sebastián Congote respecto a que el 5 de julio él exhumó los cuerpos y los entregó al sacerdote Rodas Urrea en la iglesia del Espíritu Santo. Así mismo, los silencios de los prelados no ayudaron a esclarecer los hechos. Luego, en una reunión que sostuve con Congote Posada en su oficina, me dijo que nunca imaginó que en el parque estuvieran los restos del fundador de la ciudad, que él creía que eso era un mito. Me contó que por algunos días los tuvo en una caja en su oficina, y que luego de informarle a la alcaldesa, procedió a entregárselos al sacerdote, quién expresamente le pidió que no fuera a revelar que tenía en su poder aquellos restos. Incluso, en declaraciones a RCN el 16 de julio (https://bit.ly/34nTGNy), el gerente de la EDUA dijo que «por disposición de los familiares del fundador de Armenia Jesús María Ocampo, no se ha dado a conocer el sitio exacto de sus restos y que se realizará el homenaje especial que se merece». Entonces me pregunto: ¿Por qué tanto misterio con el patrimonio histórico de Armenia?
Los restos mortales regresan a Los Fundadores
Así terminó el 2015, con más preguntas que respuestas. A mediados del año siguiente, el alcalde Carlos Mario Álvarez Morales me invitó a reunirme con él para contarme que tenía el propósito de regresar los restos del fundador y su esposa al parque, a un nuevo mausoleo que estaba en construcción, para lo cual quería la colaboración de la Academia de Historia del Quindío. Entonces el burgomaestre convocó a algunos miembros de la Academia de Historia y al padre Rodas Urrea a una reunión en su descacho para concretar el traslado de los despojos mortales del fundador y su esposa para el 14 de octubre de 2016, día del aniversario de la Armenia, con los protocolos que la ocasión ameritaba. Gracias a esta expresión de civismo y de compromiso con la ciudad, el alcalde Álvarez Morales envió señales inequívocas acerca de la importancia de conservar el patrimonio histórico y cultural de Armenia y de paso honró al fundador de la ciudad poniendo punto final a un triste episodio que duró 479 días en los que poco se supo sobre el paradero y el estado de sus restos.
Las dudas por resolver
Sin embargo, quedan numerosas preguntas por resolver sobre lo que realmente sucedió durante esos 479 días: ¿Por qué no medió un acto administrativo de la alcaldía o un acuerdo del Concejo de Armenia o una orden judicial que autorizara la exhumación y traslado de los restos del fundador? ¿Cómo se hizo la exhumación? ¿Por qué no hubo un protocolo para que aquel procedimiento se hiciera garantizando la debida conservación de ese valioso patrimonio? ¿Por qué no hay evidencias del momento en que fueron retirados los restos mortales del mausoleo y entregados al párroco de la iglesia del Espíritu Santo? ¿Por qué el silencio de la alcaldesa Valencia Franco y de los prelados? ¿Por qué tantas versiones a medias? ¿Qué fue lo que ocurrió realmente?
El día de la reunión con el alcalde Álvarez Morales en su despacho, le pregunté infructuosamente al sacerdote Rodas Urrea sobre su hermetismo con los restos del fundador que tenía en custodia. Luego, tal vez a causa de mi tozudes, me mostró en su teléfono celular la foto de unos huesos mezclados en una caja, según él, eran los de el «Tigrero» y su esposa. Yo le pedí que por favor me compartiera la foto, pero me dijo que no podía.
No sé si algún día sepamos que pasó realmente. Pero lo que sí sería posible comprobar mediante un estudio de ADN, es si los restos depositados aquel 14 de octubre de 2016 por el alcalde Carlos Mario Álvarez en un mausoleo del parque de los Fundadores son en realidad los de Jesús María Ocampo y María Arsenia Cardona. Esta es una comprobación que las autoridades de la ciudad deberían hacer.
Armando Rodríguez Jaramillo
[email protected] / @ArmandoQuindio