Responsabilidad de un padre

5 agosto 2023 3:33 am

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Jhon Faber Quintero Olaya

La semana que termina inició con la convulsionante noticia de la captura del hijo del Presidente Gustavo Petro y de su ex esposa al parecer por el recibo de dineros irregulares en el curso de la campaña nacional del año anterior. Las diferentes reacciones jurídicas y políticas no se hicieron esperar porque la desgracia ajena tiene una particular agenda en nuestro contexto social. El linchamiento no se hizo esperar por parte de las ordalías ciudadanas, quienes sin escuchar los argumentos de las partes y las determinaciones de la judicatura ya tenían su veredicto. La presunción de inocencia no encuentra oídos en la doble moral.

El dolor de un padre al saber que un ser que es fruto de su amor y su capacidad de dar vida tuvo que ser inconmensurable. El Jefe de Estado por medio de sus redes sociales en un corto mensaje aceptaba las acciones particulares del Ente de Persecución Penal y expresaba su no intervención en el curso de las audiencias preliminares. Hasta ahora el ex senador de la Colombia Humana ha cumplido su palabra.

Algunos alabaron este proceder porque resulta histórico que no se hiciera uso del vasto poder del ejecutivo para proteger la familia, sino que se entendiera un deber de todo colombiano: el respeto y sumisión a la Ley. Otros, en cambio, cuestionaron aspectos personales y electorales que, para ellos, eran imputables a quien hoy ostenta el liderazgo de la Nación. El eterno antagonismo que impide el progreso y el bienestar general.

Entre domingo y lunes inició la legalización de captura y formulación de imputación, anunciándose una colaboración por parte de los implicados con un escándalo que ya recuerda la historia siniestra de los 90 y el proceso 8.000. Los cuestionamientos hacia un padre herido emocionalmente y un aspirante presidencial que prometió nuevas formas de ejercer la política no han cesado y ya se anuncian juicios políticos y la judicialización ilimitada de funcionarios y ex funcionarios del alto gobierno.

Los excesos de vida de Nicolás en sus gastos y bienes fueron duramente atribuidos ante un juez de la capital en un tiempo en el que el frío citadino se calentó con el posible ingreso de dineros irregulares al proceso político del pacto histórico. Las concentraciones en la costa caribe y los audios cruzados entre ex funcionarios cobran nueva vigencia y parece que la Administración tendrá un problema agudo de legitimidad. ¿Dónde quedan las reformas en este contexto?

El Capitolio esta vez no será sede de los debates alrededor de la salud, las pensiones o el trabajo, sino que la Comisión de Acusaciones será duramente vigilada por cuenta de esta denuncia de violación de topes y blanqueamiento de capitales en el proceso político presidencial del 2022. Gustavo Petro el orador, el opositor, el denunciante del paramilitarismo y de muchas otras cosas execrables de la historia reciente ahora está en el banquillo de los acusados. ¿Será su anhelo de cambio el impulsor de esta guillotina o su círculo cercano se permeó de un costumbrismo insano de poder?

El Jefe de Estado ha argumentado que fue él quien denunció a su propio hijo, lo que es objetivamente cierto. De igual manera, ha planteado que lo hizo para evitar el sacrificio de la justicia y la de millones de jóvenes y jovencitas, lo que ya en sí es un eufemismo no relacionable con los graves hechos. Finalmente, ha argumentado nuestro Presidente que no conocía y que tampoco consintió las irregularidades promovidas por miembros de su familia, situación que debe esclarecerse pero que debilita y lleva a cuidados intensivos la ambiciosa agenda legislativa y gubernamental.

La responsabilidad de un padre hoy es el dolor de toda una Nación.        

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