Jhon Faber Quintero Olaya
La muerte de miles de personas israelíes por cuenta del ataque terrorista de Hamas ha merecido un reproche mundial. En todas las legislaciones la protección de civiles en los peores escenarios de conflicto o guerra fue un avance de cara a la humanización de brutales ataques. Sin embargo, la historia demuestra que la transgresión de esta teleología está a la orden del día. Irak o Siria han sido ejemplos de una práctica omisiva de soldados, líderes políticos y milicianos.
Israel y Palestina, eternos rivales han tenido episodios sangrientos que fueron rememorados contundentemente la semana que termina. Miles de ciudadanos vieron su vida cegada por el rigor implacable de las balas y, con ello, una respuesta aún más siniestra no se hizo esperar. La muerte conllevó al desplazamiento de millones y a una escalada agresiva del ejercito sionista que algunos cuestionan de desproporcional. La ONU ya indicó que no es viable la movilización de más de 1.1 millones de personas.
El Presidente de Colombia y la Cancillería sacaron un comunicado abogando por la paz y rechazando toda forma de violencia. El Estado cafetero adujo que su posición está armonizada con diferentes resoluciones de las Naciones Unidas que han exhortado al dialogo como fuente de superación del conflicto. En la misiva del 8 de octubre de 2023 el Ministerio de Relaciones Exteriores puntualizó que: “El Gobierno de Colombia manifiesta su solidaridad con las víctimas y las familias” y a modo de experiencia propia con acierto dijo: “la violencia sólo causa mayor sufrimiento y profundiza obstáculos en la búsqueda de una solución al conflicto”.
Los sucesos posteriores dieron la razón al doctor Petro Urrego. La implacable reacción militar del ejército israelí ha generado más sangre, muertos y desplazados. No obstante, cayeron rayos y centellas a la administración nacional colombiana por “no condenar a Hamas”. En el escrito gubernamental no se advierte una apología a este grupo en armas y menos a la irregular y mortal conducta de la que fue víctima el pueblo judío.
Un sector de la prensa colombiana pese a la claridad de la posición estatal se dedicó a tergiversar el planteamiento del ejecutivo e indicó que “no condenó” el ataque. No leyeron o quisieron leer el corto mensaje en el que no sólo se invita a la protección de la vida, sino que hace un llamado a la comunidad internacional para rodear el dialogo como única herramienta para prevenir círculos eternos de agresión. El documento va más allá y precisa: “Los recientes acontecimientos son una muestra inequívoca de que la violencia afecta mayoritariamente a la población, con pérdidas irreparables en los niños, mujeres y hombres”.
Colombia repudió, como debe ser, toda forma de violencia porque tiene tanto valor la vida de un niño israelí como la de un inocente palestino. El Mundo no puede ver sólo por un ojo el conflicto sin analizar que la contienda tiene personas ajenas en ambos extremos. La distorsión mediática alcanzó esferas trasnacionales y ya el Gobierno Norteamericano salió a reprender a su homólogo tropical.
El Comunicado, desde nuestra perspectiva, es un acierto de un liderazgo que representa a una nación con décadas de violencia y que ahora hace esfuerzos por alcanzar una paz total. Una cosa es que se condene la violencia y otra muy diferente que se defienda a alguno de los actores; hecho último que no acontece por ningún lado en las versiones de las autoridades colombianas. La conversación y el entendimiento siempre va a ser el punto de consenso a eternos caminos bélicos que siempre culminan en el mismo punto.
La comparación con Auschwitz de los recientes sucesos vía Twitter si la consideramos desafortunada, exagerada e irrespetuosa, pero el llamado a la convergencia comunicativa y de entendimiento es la vía correcta para que Hamas desaparezca y no se pierdan más vidas. De lo contrario, la historia seguirá siendo una, pero con otras mil tragedias por describir.
Adicional: Ya habíamos advertido en esta columna competencia del Presidente de la República para sustituir la terna de Fiscal General de la Nación. La Corte Suprema ya lo comunicó a los interesados y este proceso electoral continúa.