Jhon Faber Quintero Olaya
El pasado 29 de octubre se concluyeron las elecciones territoriales y el preludio de aquella fecha estuvo cargado de emoción y de muchas noticias. Diferentes servidores públicos de elección popular fueron suspendidos por cuenta de lo que el Ministerio Público consideró como una directa intervención en política. En algunos casos lo único que existió fue la noticia porque la trascendental determinación no fue notificada y rápidamente levantada.
La necesidad de un Estatuto Disciplinario para quienes han sido electos por voto popular es apremiante, al tiempo que su concurrencia y protagonismo en el partidismo requiere de linderos realistas. No se puede privar a un actor de primer orden del mundo político de intervenir, pero si es urgente que se separe su personal convicción de sus responsabilidades y de la inversión de recursos públicos. El legislador en forma responsable debe asumir con transparencia este espinoso asunto para disipar los atisbos de doble moral tan inexorables en algún sector de la sociedad.
Algunos utilizaron los resultados como un plebiscito en contra del Gobierno Nacional cuando no existe nada más falso que ello. Las estructuras regionales y los pensamientos tendientes a la provisión de Alcaldías y Gobernaciones no son estudiados por la agenda de la Administración Nacional y menos por las simpatías que despierte la filosofía presidencial. Existen excepciones, desde luego, como pasa con la capital de la República.
El Metro estuvo en la agenda de los ciudadanos bogotanos que vieron como una discusión bizantina sobre si debía ser subterráneo o elevado. Esta pelea de egos pasó factura en las urnas y una visión moderada fue asumida en forma acertada por el colectivo. La contundencia de los números otorga a Carlos Fernando Galán un contundente mandato. En enero empieza una nueva historia.
Atlántico, Valle del Cauca y Antioquia acudieron a viejos liderazgos, es decir, personas que ya han desempeñado cargos de elección popular y también fue favorecidos ampliamente por el favor popular. La seguridad ha sido una queja y una preocupación generalizada, por lo que la sinergia regional y nacional será fundamental para incrementar las estrategias de orden y convivencia pacífica. En ello el Presidente Petro tiene una oportunidad de unión y descentralización. La mirada no puede estar sólo en el pacífico.
Los proyectos de obra nacional como las dobles calzadas o los diseños viales antioqueños requieren de consensos y alternativas presupuestales. Los empresarios y directivos paisas alertaron sobre una desfinanciación de proyectos muy avanzados y en los cuales ya existen recursos públicos, situación que enfrentarán los nuevos mandatarios y de cuyo éxito depende en gran medida la conexión terrestre del centro del país. El dialogo no sólo es para lograr paz, sino también para el emprendimiento en la diferencia.
El Hospital de Cuarto Nivel de Pereira y la modernización del aeropuerto del Quindío también requieren la mirada vigilante de Gobernadores y Alcaldes del Eje. La modernización de la infraestructura deportiva por los juegos nacionales y su éxito está supedito al trabajo en grupo y a la positiva interrelación entre el Palacio de Nariño y los territorios. Las justas deportivas están encima y aunque existen alertas el balance resulta positivo.
La integración con el Valle del Cauca, Tolima y el bloque del café es inaplazable y estratégica porque la ubicación privilegiada del Quindío le permite aprovechar todas estas potencialidades. Los consensos, igualmente, de los elegidos en Municipios y Departamento demandarán convergencia en lo distinto e incluso en lo antagónico porque siempre debe prevalecer el interés general.
Un nuevo capítulo fue escrito en nuestra democracia y su éxito o fracaso depende de las virtudes de los ungidos. Les deseamos mucho éxito y sapiencia en sus deliberaciones, decisiones y acciones.