Jhon Fáber Quintero Olaya
El fenómeno del niño que inició finalizando el año pasado y se extiende, según las autoridades, hasta los meses de marzo o abril ha generado grandes desafíos de política pública y particularmente en materia ambiental. Los incendios de los pequeños pueblos o de los grandes centros urbanos deben generar alertad alrededor de lo que significa el cambio climático y han sacrificado paramos, animales y especies vegetales. En Bogotá se presentó una histórica contingencia y pueblos de la Costa Atlántica han informado sobre escases de agua en un país altamente rico en recursos naturales.
En lo que va corrido del año algunas zonas colombianas registraron temperaturas de hasta 40 grados centígrados, como acaeció, por ejemplo, en Jerusalén, Cundinamarca. Ningún departamento ha escapado a los rigores del sol y los riesgos asociados a su exposición son cada día más altos. En un corto tiempo la naturaleza recordó lo vulnerables que somos los seres humanos.
Los costos de la energía eléctrica también se han incrementado y, aunque, no existe riesgo de apagones si es real que los caudales de las fuentes hídricas han disminuido significativamente, en contraste con la demanda que va en auge. Las protestas por el deficiente servicio en diferentes Municipios se potencializa por aumentos en su costo y deviene en protestas ciudadanas y reuniones presidenciales, como sucedió en la semana que termina. La agenda ambiental está al orden del día.
La deforestación de la Amazonía pasa por la integración latinoamericana, al tiempo que Brasil y Colombia han anunciado esfuerzos comunes para evitar que el pulmón del mundo se vuelva un desierto. La condonación de deuda por inversión ambiental parece una idea sostenible, pero no ha tenido el apalancamiento internacional necesario. El Jefe de Estado patrio ha centrado sus posiciones internacionales al respecto, pero más allá de algunos tenues acuerdos no se ve una determinación unánime internacionalmente que favorezca las naciones del sur del Mundo.
La COP 16 que se llevará a cabo en la ciudad de Cali en el último trimestre del 2024 será una nueva oportunidad para que la agenda mundial tenga presente los riesgos planetarios que se ciernen sobre este especial episodio de la vida humana. Lideres de todos sectores de la urbe planetaria debatirán sobre las medidas que permitirán un futuro a las nuevas generaciones. La oportunidad no puede ser desaprovechada en el Quindío que está a pocas horas de la capital del Valle del Cauca.
La transición energética que ha sido otro de los grandes anuncios gubernamentales carece de las herramientas de planeación y los grandes capitales son completamente renuentes a explorar en el corto plazo una renuncia a los combustibles fósiles. La incertidumbre en el sector ha compelido a anuncios de disminución en la exploración minero energética y con ello las arcas estatales y de Ecopetrol también se han visto poderosamente afectadas. Los anuncios de medios de comunicación en ese sentido son innegables.
La idea, sin embargo, es visionaria de una tendencia que en una prospectiva de mediana concepción será una realidad. La Unión Europea ha venido dando pasos en se sentido y ello se pudo corroborar en la visita realizada a la Alemania por el Presidente Petro. De allí que la preparación estratégica, fiscal y técnica deba iniciarse, pero no en la forma abrupta sugerida por algunos.
El fenómeno del niño sigue dejando estragos y ahora nos toca empezar a prepararnos para las lluvias que en el ayer ha producido inundaciones, afectaciones a la infraestructura, derrumbes y muchos damnificados. ¿Qué más esperamos para adaptarnos a esta realidad y corregirla?