Una nueva mirada de acusación

16 marzo 2024 1:42 am

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Jhon Faber Quintero Olaya

La elección de la doctora Luz Adriana Camargo en la Fiscalía General de la Nación marca una nueva historia y otro periodo en el Ente de Persecución Penal. Las expectativas alrededor de la gestión de la recién nombrada líder de una de las instituciones más importantes del País no se hacen esperar, por cuanto tiene en frente significativos retos y la legitimidad de una organización que representa a miles de funcionarios. La profesionalización, independencia y autonomía del órgano acusatorio deben ser fortalecidas por el bien del Estado Social de Derecho.

El procedimiento electoral estuvo marcado por diferentes tropiezos, iniciando por insanos rumores alrededor de la transparencia de algunos Magistrados de la Corte Suprema de Justicia. No había terminado su labor el doctor Francisco Barbosa y ya algunos periodistas y críticos planteaban mantos de duda sobre los togados, a partir de familiares que tuvieron designaciones o empleos en el Bunker. Los impedimentos y recusaciones fueron presentados de manera oportuna, pero el debate social siempre comienza antes.

La terna fue entregada a la Corte en un escenario de convulsión por las diferencias conceptuales entre el Ejecutivo y la Fiscalía, pero también por la captura del hijo del Jefe de Estado y las investigaciones alrededor de algunos de los más altos funcionarios del Gobierno. El Ex Fiscal fue crítico de la competencia del doctor Gustavo Petro alrededor de la nominación e indicó que se debía blindar el procedimiento. Los amigos y detractores presidenciales emitieron múltiples opiniones en uno u otro sentido.

Las hojas de vida de las postuladas disipaban inquietudes sobre lo que algunos denominaban como una Fiscal de bolsillo, por cuanto su trayectoria en la Rama Judicial hablaba por ellas. El reemplazo de una de las aspirantes que a veces el destino tiene forma de libertad, porque fue esta repentina determinación de fuero presidencial la que permitió que la recién electa titular de la Fiscalía estuviera en la baraja. La doctora Camargo no hacía parte del tridente inicial, pero tendría reservado su lugar en la historia como la ungida por el voto de confianza de uno de los tribunales más importantes de la Nación.

El fin de año también generó cuestionamientos porque los “veedores” del trámite indicaron que las entrevistas se habían postergado para la vigencia 2024 debido a los móviles oscuros y estrategias de dilación. Las primeras citas en el Palacio de Justicia fueron acompañadas por protestantes que llegaron al punto de impedir el ingreso y salida de funcionarios. Los incitadores del caos compararon esta protesta con la toma de la edificación que hiciera un grupo armado a mediados de los 80, criminalizando una prerrogativa básica de la democracia que estaba lejos de llegar a ese oscuro episodio. Sin embargo, la presión social de la función judicial no puede ser permitida porque estarían en riesgo, por ejemplo, los derechos de las minorías o de quienes piensan diferente.

Este proceso, otra vez, llevó a la discusión sobre la conveniencia de funciones electorales en la Rama Judicial. La distancia de esta competencia respecto de la misionalidad de los jueces genera al menos el interrogante sobre la necesidad de su cambio. No obstante, ninguno de los arquitectos de la legislación ha propuesto un mejor esquema de nombramiento, al menos respecto del Fiscal General de la Nación, quien a la postre, hace parte de este ámbito del poder público.

La Corte, contra el pronóstico de algunos apocalípticos, eligió y lo hizo dentro de un plazo razonable. La renuncia tardía de una de las interesadas no impidió que la institucionalidad diera ejemplo de funcionamiento, solidez y sinergia. La mirada de la Fiscalía ha cambiado de ojos y ahora de la doctora Camargo depende la reorientación del camino y la realización de una justicia con apego a la Ley y distante de las coyunturas. Una nueva historia se empieza a escribir.        

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