Preocupa el clima

6 abril 2024 2:30 am

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Jhon Faber Quintero Olaya

La institucionalidad colombiana vive momentos de efervescencia. El anuncio de una Constituyente no hizo sino crispar los ánimos en un interregno en el que la mesura y la unión son necesarias para la superación de los desafíos económicos. La pobreza y desaceleración en los principales indicadores por cuenta de la pandemia del COVID 19 requiere de liderazgo, seguridad jurídica y un camino de desarrollo que transitemos en forma general todos los ciudadanos.

Sin embargo, lo que viene pasando es todo lo contrario. La toma ciudadana del Palacio de Justicia de Bogotá en pleno proceso electoral de la Fiscal General de la Nación demostró que el escrutinio muchas veces se vuelve presión. La sentencia anunciada de algunos medios sobre una presunta dilación particular de la actuación se disipó con el ejercicio responsable, mesurado e independiente que hizo la Corte Suprema de Justicia. No obstante, las tesis conspiratorias alrededor de electa titular del Ente de Persecución Penal no se hicieron esperar.

Alrededor de la licitación de pasaportes también se ha tejido una novela macondiana. La declaratoria de desierto del procedimiento contractual generó el inicio de una actuación disciplinaria exprés que luego se opacó por la revocatoria que hizo el Secretario General de una determinación de su jefe. El novedoso funcionario aprovechó que fue nuevamente investido de la atribución contractual para ir en contra de los designios del Jefe de Estado y de su superior inmediato. El canciller encargado dejó sin efectos la adjudicación convencional y les informó a los medios que el señor Salazar iba a ser destituido. ¡Vaya coherencia la del Ministerio!

En la misma narrativa, la Superintendencia de Industria y Comercio realizó una inspección, tipo allanamiento, a la Registraduría Nacional del Estado Civil y pretendía la entrega de información al estilo policía judicial. El Ministerio Público, nuevamente intervino, determinando el inicio de investigaciones disciplinarias. ¡La armonía institucional en todo su esplendor en un choque de trenes de órganos de inspección, vigilancia y control!

La reforma a la salud finalmente se archivó. La ausencia de debates parlamentarias alrededor de la conveniencia de un cambio en un sistema moribundo se perdió entre la postergación de su estudio por la semana mayor y diferentes estrategias parlamentarias por no trabajar. Una iniciativa polémica y que le costó al gobierno su unidad nacional se terminó hundiendo en la Comisión Séptima de Senado. En semana de pascua no revivió la ambiciosa apuesta del Ejecutivo.

La quiebra de los hospitales públicos, el problema de la intermediación en el sistema y la oportunidad en la atención de los pacientes se quedó sin respuesta, al menos por el momento. De igual forma, el cierre de brechas entre el campo y la ciudad en temas de salud también está en el limbo, lo mismo que la apuesta por la prevención del extinto proyecto. Seguimos iguales o, como la dice la canción, un poco peores porque nos quedamos con la tensión al límite, pero sin soluciones.

La falta de claridad en los costos del nuevo esquema y los riesgos de burocracia excesiva en su construcción evocaron al Seguro Social. Así mismo, nunca hubo claridad sobre el impacto fiscal de la ambiciosa propuesta, lo que a los más independientes y moderados siempre les produjo muchas dudas. El Ministerio de Salud, lejos de absolver estos cuestionamientos hizo intervenciones para caer en la paranoia.

La intervención de Sanitas y La Nueva EPS ha sido difundida como una reforma de facto, aunque en el pasado reciente muchas promotoras han tenido que cerrar, incluso en el mandato del Presidente Duque. La Procuraduría otra vez actúa en forma diligente y activó sus competencias preventivas en la Supersalud aumentando el calor en un clima que supera el del fenómeno del niño. Menos mal empieza la temporada de lluvias y ojalá con ella llegue la prudencia.            

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