Gilberto Zaraza Arcila
En su segunda intervención pública desde el balcón de la Casa de Nariño y frente a la Plaza de Núñez y Plaza de Bolívar abarrotadas, el presidente Gustavo Petro dejó en claro que el Congreso de la Republica se resiste a aprobar las reformas sociales prometidas, y por las que fue elegido con la mayor votación en la historia. En su viraje, invitó al pueblo a la movilización multitudinaria en las calles, para exigir al Congreso aprobar las reformas presentadas. El Congreso se debe al pueblo, fue elegido por este y lo representa, por lo tanto tiene la obligación de legislar en beneficio de los intereses populares y no en los propios y los de las élites.
Es evidente que los grupos económicos que privatizaron la mayor parte de actividades del Estado, el poder judicial, el legislativo, los organismos de control y los medios de comunicación, se oponen férreamente a desmontar el régimen de componendas y complicidades; y el modelo económico que ha permitido concentrar el poder, la tierra y la riqueza en manos de unas pocas manos, dejando a más de la mitad de la población en la pobreza, la miseria, el desempleo y excluidos del progreso.
Los medios de desinformación con sus relatos periodísticos, mienten, engañan y siembran terror con la falacia que el gobierno nos lleva al comunismo, al socialismo, a la revolución, a ser otra Venezuela. Se encargan de sembrar zozobra, incertidumbre, pánico económico, que porque va a destruir a incendiar el país, con el propósito deliberado de manipular al pueblo en contra del presidente; para que la derecha pueda retomar el poder el poder dentro de 4 años.
El presidente está convocando al pueblo no a la violencia, sino a hacer lo mismo que en el 2021, cuando con su demostración de fuerza callejera logró tumbar la reforma tributaria, la de salud y al ministro de Hacienda. Pero si el Congreso se resiste, el mensaje es que el constituyente primario que es el pueblo debe recurrir a los mecanismos de participación ciudadana establecidos en la constitución, como el plebiscito, el referendo o una constituyente, para que en las urnas apruebe las reformas. Si Cesar Gaviria lo hizo al comienzo de la década de los 90. No veo porque ahora cuando es indispensable para lograr el acuerdo nacional requerido, no se pueda realizar.
Desde hace cerca de 90 años se ha intentado la necesaria reforma agraria que acabaría con el conflicto armado por la lucha por la tierra, pero el establecimiento lo ha impedido. Para esto es necesario empoderar al pueblo, campesinos, trabajadores, organizaciones sociales, jóvenes y mujeres que fueron artífices del triunfo; con participación ciudadana en las tareas del gobierno. Pero también a su partido Colombia Humana y a los partidos de la coalición Pacto Histórico, que lo llevaron a la presidencia y no cuentan con participación en la administración publica nacional.
La derecha se opone a los procesos de paz y no dejaron los recursos para su implementación; porque la guerra, la violencia y el despojo de la tierra a los campesinos ha sido la estrategia para mantenerse en el poder y acumular más poder, ofreciendo “seguridad”. Fedegán que se había comprometido a vender 3 millones de hectáreas para cumplir con los acuerdos de paz, solo ha ofrecido menos del 7% de la tierra prometida, en regiones muy apartadas y con escasa fertilidad.
No le queda otro recurso que gobernar con el país nacional, con el pueblo y no con el país politiquero, clientelista y corrupto; porque ese intento de obtener gobernabilidad a costa de mantener las odiosas prácticas de las maquinarias electorales, le está haciendo perder credibilidad y respaldo en quienes votaron por el cambio.
