Gilberto Zaraza Arcila
Una de las causas para el estado de postración y atraso del departamento es la ausencia de civismo, cultura ciudadana y sentido de pertenencia. El civismo es la conducta que desarrollan las personas inspiradas en el respeto, la responsabilidad, la tolerancia y la convivencia como consecuencia de su integración en sociedad.
El civismo está asociado a la buena educación, al correcto comportamiento social, al respeto hacia el prójimo, el entorno natural y los bienes públicos. Es una expresión de sentido de pertenencia a la comunidad, localidad o país. También a los valores éticos y morales. Por eso la educación cívica debe ser una asignatura del pensum académico.
Gracias al civismo, la cooperación y el trabajo en equipo, mediante convites los habitantes de esta comarca fundaron municipios, construyeron vías, iglesias, parques, escenarios deportivos, etc. Que llevaron a catalogar a Armenia como ciudad Milagro.
Hoy por la indiferencia, la indolencia y el anticivismo la capital del departamento presenta un estado lamentable. Se impuso el egoísmo donde cada uno hace lo que le da la gana. En vez de ayudar a construir y mantener bonita y presentable la ciudad, desadaptados sociales están empeñados en destruirla. Reina la anarquía, la anomia por falta de autoridad, de institucionalidad que cumpla con sus funciones, del compromiso de dirigentes públicos y gremiales, de medios de comunicación.
Son muchos los que perdieron el título de ciudadanos, porque no cumplen las leyes, las normas de tránsito y de convivencia. Arrojan basuras a las calles. Dejan que sus mascotas hagan sus necesidades en calles y parques sin recogerlas. Parquean en calles y andenes. Circulan sin exhostos o silenciadores provocando contaminación auditiva. El manejo agresivo e irresponsable de los motociclistas. Se paran en las cebras impidiendo la movilidad peatonal. Ensucian con grafitis y publicidad las fachadas de las viviendas. Indigentes que duermen y hacen sus necesidades en los andenes, que riegan las basuras y dañan los recipientes. Los que invaden el espacio público, los que venden el voto…etc.
Los gobernantes están en mora de emprender una efectiva campaña de pedagogía para recuperar el civismo y la cultura ciudadana como patrimonio de los quindianos y un elemento de transformación social a través de acciones, conductas y comportamientos que propendan por la construcción de ciudad. Para concientizar que ser ciudadanos es tener desarrollado el sentido de identidad y pertenencia, responsabilidad por el lugar donde se vive y se interactúa socialmente. Que se tienen derechos, pero también obligaciones.
Por amor a la ciudad quienes la administran debe salir al rescate del Parque de Recreación Popular, el Circo Teatro El Bosque, la Estación del Ferrocarril, La peatonal de la Calle Real, El Malecón de la Secreta, La recuperación del entorno del CAM, los parques totalmente abandonados, etc. Deben ordenar el cerramiento de los lotes de engorde que se convirtieron en basureros. La demolición de edificaciones en ruinas. Debe respaldar a los ciudadanos que recuperan algunos parques, pero que por falta de vigilancia son de nuevo vandalizados. Debe recoger en un albergue todos los habitantes de la calle y tratar de sacarlos de la adicción y la mendicidad. Adelantar un plan de arborización. Y no seguir privatizando el espacio público con negocios privados y ferias artesanales.
La ciudad se ve sucia, fea y desorganizada. Para mejorar su imagen y recuperar la convivencia es indispensable imponer la autoridad, el orden, la disciplina. Los países más avanzados, seguros y ornamentados son los más cívicos y a la inversa.
El relajamiento de los comportamientos, la degradación moral que no han llevado a los más bajo, a naturalizar el caos, la corrupción, la impunidad, a aceptar la indigna afirmación “no importa que robe siempre y cuando haga obras”. Lo que asombra y preocupa es la falta de reacción de la sociedad, la ausencia de liderazgo. Todo lo anterior ocurre por la pérdida del civismo y por elegir malos y corruptos gobernantes. Es un deber ciudadano participar en las elecciones, pero teniendo la suficiente información para votar de manera libre e independiente a conciencia y con criterio por lo mejores, íntegros y cívicos ciudadanos.
“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto” Lichtenberg.